«EL CANILLITA»

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Buenos Aires Sos (BAS).- Abril del 2007.- (Por Néstor Pinsón). Hubo que esperar hasta 1904 para que el vendedor de diarios callejero tuviera el nombre de «canillita». El 11 de enero de 1868 el Dr. Manuel Bilbao produjo un hecho que bien puede considerarse revolucionario para el periodismo. Hasta esa fecha los diarios llegaban a sus destinatarios por suscripción, a través del correo o bien se los compraba en la misma imprenta. Pero a partir de entonces, cuando aparece el diario «La República», fundado por el propio Bilbao, junto a Alejandro Bernheim, se sorprende el ciudadano al escuchar por primera vez en las calles céntricas las voces de algunos muchachos pregonando: ¡La República, a un peso!. Y no sólo aparece el vendedor ambulante de diarios, sino también el impacto de una importante rebaja. El éxito fue notable y rápidamente imitado por los colegas. La innovación trascendió las fronteras, llegando incluso a Francia. Lentamente se fueron instalando puestos callejeros fijos y rápidamente creció el número de muchachos ágiles y resistentes para correr las calles ganándole al tiempo, para dar cuanto antes el impacto de las noticias, muchas veces exageradas o a medias inventadas. Los muchachos vieron copada su actuación con la abundante presencia de niños; época de miseria, de falta alarmante de puestos de trabajo y los pequeños daban la posibilidad a tantas familias de tener unos centavos más de ingresos. Además eran requeridos porque eran más rápidos y arriesgados que los de mayor edad. Subir y bajar velozmente de los tranvías – su vehículo por excelencia-, dejar uno para abordar de inmediato otro, sin importar el rumbo que llevaban y valiéndose exclusivamente de su olfato para la venta. Un nuevo personaje se había incorporado al paisaje de la ciudad de Buenos Aires, que rápidamente se extendió a las ciudades del interior del país. Pero el vendedor de diarios callejero no tenía aún un nombre que lo distinguiera de manera especial. Para ello hubo que esperar hasta el año 1904. La palabra «canilla» deriva de la palabra latina «canella», que es el diminutivo de «canna», caña, en español. El diccionario define el término: «canilla es el hueso largo de la pierna e incluso de los brazos». El 17 de enero de 1875 nace en Montevideo Florencio Sánchez. Desde los 16 años se dedica al periodismo en distintos medios uruguayos y siendo aún muy joven decide que su futuro está en el teatro, sueña con ser autor. Llega por primera vez a Buenos Aires en el año 1892, trabaja en La Plata como escribiente, en esta ciudad hace sus primeras obras. En 1902 viaja a Rosario, para asumir como redactor en el diario La República, fundado por Lisandro de la Torre. El ambiente periodístico lo inspira y escribe una pieza teatral, una pequeña obra de un acto con tres cuadros. El personaje principal es un niño vendedor de diarios. Le faltaba el título, pero lo conmueve uno de los vendedores rosarinos de piernitas muy delgadas. Espontáneamente, le surge la palabra «canillita» y así denomina su obra. Una compañia española dedicada a las zarzuelas, la de Enrique Lloret, accede a ponerla en escena. Se estrena el 1º de octubre de 1902. El rol principal lo desempeña la «tiple» del conjunto una tal señora Iñiguez, conforme surge del elenco publicado en el programa. «Tiple» se denomina las más agudas voces humanas, propia de las mujeres y los niños. La obra tiene buena acogida, tanto que se representa doce noches seguidas. En aquella época, Florencio padecía urgencias de dinero, vivia casi en la miseria, además aspiraba a casarse con su novia de siempre, a quien finalmente hizo su esposa. En 1903 conoce al actor y empresario Jerónimo Podestá, quien le estrena su título «M’hijo el Dotor», que tuvo un gran éxito. A raíz de este suceso, se anima a proponerle a la compañia, presentar en Buenos Aires su pieza de un solo acto «Canillita». En aquel entonces no existían niños actores, pero sí mujeres jóvenes con las condiciones para interpretar a un niño. La elegida fue la luego famosa actriz Blanca Podestá. La repercusión de «Canillita» supera lo esperado. Las críticas son altamente elogiosas. Los «diarieros» se identifican totalmente con el nombre. Entonces, de común acuerdo con los artistas, se propone una función gratuita para todos los vendedores de periódicos. El acontecimiento sucede en el Teatro Comedia, aquel de la calle Carlos Pellegrini, entre Cangallo y Cuyo (en la actualidad Presidente Perón y Sarmiento). La cita es un domingo a las dos y media de la tarde. La concurrencia excede la capacidad de la sala y festeja ruidosamente los versos sencillos de las partes cantadas e intenta intervenir cuando la policia se lleva preso al «canillita». Aún no distinguen entre ficción y realidad, como en tiempos pasados ocurriera con las representaciones de «Juan Moreira». Florencio está enfermo de tuberculosis, tiene un dinero ahorrado y viaja a Europa. Pero, igual que en el tango, su cuerpo enfermo no resiste más. Fallece el 7 de noviembre de 1910. Años más tarde ese día es consagrado «El Día del Canillita», en homenaje al querido Florencio Sánchez. Hay otros datos que intentaron explicar el significado de la palabra, alguno de ellos provenientes de la imaginería popular, según los casos . Se dijo que el apodo había nacido cuando alguien observó en invierno a los pibes con las narices chorreando como una canilla. En el año 1957, en una carta de lectores publicada en el diario La Nación, un señor uruguayo, antiguo distribuidor de diarios, se consideraba el creador del término. Recordaba en la misiva que a fines del siglo XIX tenía un chico vendedor, hijo de una tal María Canilla. En ocasión de tener que llamarlo desde cierta distancia y no conociendo su nombre, gritó «Canillita», luego se corrió la voz para todos los muchachos diarieros. Un par de notas periodísticas publicadas años atrás historian la vida de María E. de Ísola, conocida en su época como la «China María», quien falleció en 1934 a los 82 años de edad. Fue considerada la primera mujer vendedora de diarios, siempre establecida o rondando la esquina de Rivadavia y 25 de Mayo. Florencio Sánchez en su obra «Canillita», con sencillez poética, traza las características del personaje cuando en el primer cuadro hace su aparición en escena y se pone a decir: Soy canillita gran personaje con poca guita y muy mal traje. Algo travieso desfachatado chusco y travieso gran descarado. Soy embustero soy vivaracho y aunque cuentero no mal muchacho. Muy mal considerado por mucha gente, soy bueno, soy honrado. No soy pillete y para un diario soy un elemento muy necesario. El segundo cuadro comienza con un «pasacalle». Así se denomina en el género chico español, cuando delante de un telón corto o secundario, se desarrolla una escena musical mientras se da tiempo para el cambio de vestuario y escenografía. Son cinco cuartetas entonadas por varios chicos, las interesantes son las primeras tres: Vendemos los diarios en esta ciudad por calles y plazas boliches y bares… La Nación, La Prensa, Patria y Standard se venden lo mismo que si fueran pan. Llevamos nosotros la curiosidad por diez centavos que el público da. El cine no estuvo ajeno al tema. El 26 de junio de 1936 se estrenó el film «Canillita», con los actores Gregorio Cicarelli, Benita Puértolas (madre del recordado conductor de televisión Héctor Coire), Lopecito y las cantantes Amanda Ledesma y el Príncipe Azul. La orquesta de Pedro Maffia interpreta el tango homónimo compuesto por Julio César Sanders y Daniel López Barreto, con letra de César Vedani. El día 8 de junio de 1938 se produce el estreno del film «El canillita y la dama» con Luis Sandrini y Rosita Moreno, dirigida por Luis Amadori. El tango, como era de esperar, generó muchas obras sobre el tema y con el mismo título. Aparte del nombrado, existen otros tangos «Canillita»: uno compuesto por Carlos Pibernat, grabado por Julio de Caro; otro de Francisco Canaro, quien primero lo grabó con su orquesta el 31 de marzo de 1936 y luego con su quinteto Pirincho, el 19 de diciembre de 1956. También lo registró en 1978 el Cuarteto Centenario.(Artículo extraido de Todo Tango, las historias.)

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