San Telmo: construirán 10 pisos sobre la cristalería Rigolleau

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A pocos días de que la Justicia declarara definitivamente como ilegal el Mamotreto Astor, una constructora comenzó un edificio que superará los 10 pisos sobre propiedades con leyes de catalogación patrimonial con nivel de protección cautelar en Paseo Colón e Independencia.
Se trata de dos obras realizadas a comienzos del siglo XX por el reconocido arquitecto Jorge Bunge (Sede Central del ACA, Pinamar, Banco Francés del Río de la Plata), construidas para albergar la sede de las Cristalería Rigolleau y la productora de bebidas alcohólicas Mattaldi S.A.
A mediados de junio los dos edificios donde funcionan locales comerciales fueron tapiados para comenzar con las obras. El proyecto de 10 pisos con departamentos “de lujo”, supera incluso la altura de la Facultad de Ingeniería, que tiene enfrente cruzando la calle independencia.
La cristalería Rigolleau, bajo la dirección de Enrique Shaw, fue un exponente en la época de lo que se denominó “paternalismo industrial”: Se trataba de empresas que brindaban a sus obreros acceso a la vivienda, la educación, la salud y la recreación para que estos adquirieran un sentido de pertenencia a la compañía.
Muchas de las acciones sociales realizadas por Shaw como director de la empresa dieron como resultado que desde 2021 esté en proceso de canonización por el Vaticano.
Originalmente el proyecto enrasaba con el edificio vecino y limitando la altura con respecto a la facultad de ingeniería, pero según el dueño del estudio “obtuvimos permiso de Planeamiento de elevar la altura”
Este no es un caso aislado; hay un informe completo de este tipo de intervenciones en; Arquitectura parasitaría: Vecinos y ONGs denuncian que el GCBA autoriza sistemáticamente intervenciones en edificios protegidos que desnaturalizan el patrimonio arquitectónico e incumplen la legislación vigente.
Estos permisos de obra aprobados por el Poder Ejecutivo han sido duramente cuestionados por la Justicia al violar la protección legal votada en la Legislatura.
Varias de las intervenciones aprobadas en la ciudad crecen como parásitos urbanos; materializan volúmenes que avanzan sobre pulmones de manzanas, jardines y espacios urbanos. Las obras reducen la superficie absorbente y verde además de alterar las condiciones de asoleamiento y ventilación.
La arquitectura parásita se sirve del valor urbano del edificio anfitrión para posicionarse en el mercado inmobiliario. Paradójicamente; suelen asociarse el valor patrimonial del bien y su entorno urbano como valor agregado al proyecto inmobiliario.
Sin embargo; estas pesadas intervenciones y los incompatibles cambios de uso implican la demolición simbólica del edificio. La flexibilización de la protección de edificios patrimoniales altera nuestro entorno aumentado el efecto “Isla de calor” y empeora las condiciones de hacinamiento en el contexto de la lucha contra el calentamiento global y las epidemias urbanas. Asimismo sacrifica nuestra cultura e identidad (Fuente: Basta de Demoler)
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