Rock por las calles porteñas

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Dos recorridos gratuitos por la historia del rock

El 3 de julio de 1967, hace exactamente cincuenta años, se editaba una de las canciones madre del rock argentino: “La balsa”. En el año en que el bar donde nació la canción cerró sus puertas, la mística sigue en un trazado básico –a veces real, a veces mítico– del imaginario rockero argentino.

En la Ciudad de Buenos Aires, los restos del naufragio de la balsa –naufragar era en los sesenta esa idea de divagar largas horas en los bares– están por todos lados. En caminos que se pueden improvisar, o en los que se ofrecen: la propia Ciudad armó para este año dos recorridos gratuitos (el azul y el rojo) bajo el nombre Rock por las Calles. Plantean dos itinerarios que se recorren a pie, y con guía. Ambos tienen un marcado eje en los años ochenta y son una buena alternativa para quienes empiezan a descubrir parte de la historia de nuestro rock, o para quienes quieren poner los pies en lugares con historia y simbolismos.

El Circuito azul comienza en el número 451 de la calle Alsina. Aquí nos encontramos con Javier, que será nuestro guía a lo largo de unas cuantas cuadras. Y estamos en este lugar para arrancar por el jamón del medio de los años ochenta; la figura del italiano que vino a ponerle más pimienta a una década bien sazonada: Luca Prodan. En este caserón de puerta de madera –ahora plagada de mensajes– vivió sus últimos días el líder de Sumo, y acá murió el 22 de diciembre de 1987. La recorrida se pone en marcha y pasamos por la Plaza de Mayo, que –movida de su lectura habitual y llevada al plano rock– fue el escenario para las golondrinas de Luis Alberto Spinetta –que volaban en libertad cantadas por el Invisible de 1976– o el de los obreros de “No bombardeen Buenos Aires” de Charly García, esa “ráfaga de asombrosa lucidez desde la mente de un paranoico en estado de shock”, como resumió a la canción Martín Zariello en el libro No bombardeen Barrio Norte.

Metros más allá, años y sonidos mutan con el avanzar de los pasos. Si lo recuerdan, el video clip de «En la ciudad de la furia» de Soda Stereo comienza con una toma aérea fechada: al pie de la imagen dice “mayo de 1989”. Una era política caía, entre cúpulas, humo de fábricas y edificios. Y el escenario era la Diagonal Norte, a la que ahora entramos. Javier se encarga de ir poniendo canciones con su tablet y de situar en un mínimo contexto a cada banda, pensando en quienes no están muy avezados en esta historia. Hablando de Soda, apenas más allá, en la triple esquina de Diagonal Sur, Bolívar e Yrigoyen, buscando el punto exacto se ve perfectamente el fondo que fue portada del álbum Doble Vida, esa tapa urbana y nublada del trío. Cruzamos después por Sarmiento y Esmeralda, donde el protagonista de “Pensé que se trataba de cieguitos”, la canción de Los Twist en la apertura democrática, bajó del taxi y compró sus pastillas Renomé.

La avenida Corrientes, corredor emblemático para la noche porteña si los hay, es también un trazado de cultura rock. Teatros como el Astral (donde Spinetta presentó el fundamental disco Artaud en las mañanas de 1973), o el Ópera (donde, por ejemplo, Los Abuelos de la Nada grabaron en junio de 1985 uno de los discos en vivo más emblemáticos de la década). Y están, además, las letras. Desde la inspirada “11 y 6”, de Fito Páez (“Él se acercó, le preguntó si andaba bien, llegaba a la ventana en puntas de pie, y la llevó a caminar por Corrientes”), a Memphis La Blusera, para quienes las luces de la calle Corrientes piden moscato, pizza y fainá; hasta el más reciente Maxi Prietto y su crónica de una noche en la avenida.

El Circuito Rojo arranca desde el Centro Cultural Kirchner. Desde la esquina de Sarmiento y Alem (¡donde hay un buzón intervenido «alla Spinetta»!) al cercano Luna Park. Javier se detiene en la anécdota de Billy Bond y la Pesada, y un final caótico de concierto aquí, en 1972. Pero en este mismo lugar (que rebalsa de historia deportiva y política a la vez) retumbaron, por caso, los acordes del Adiós Sui Generis en 1975.

Más adelante nos encontramos con la esquina de Florida y Viamonte, lo que hoy se llama Auditorio Kraft, supo ser el mítico Auditorio Buenos Aires. Acá los memoriosos amantes folk se detienen ante el recuerdo del debut de PorSuiGieco, un supergrupo armado por Sui Generis, Raúl Porchetto y León Gieco. La parte final de circuito rojo rescata al teatro Payró –en San Martín y Córdoba– donde sonó la trilogía Almendra, Manal y Vox Dei. Y cierra con murales: algo castigados, en la esquina del pasaje Rojas y San Martín, hace unos años se estampó el homenaje a las mujeres del rock: ahí están las Viudas e Hijas de Roque Enroll, Fabiana Cantilo, y La Torre.

Una enorme cantidad de los canciones que escuchamos hasta el cansancio entre vinilos, cassettes, CD y el formato digital de turno se estamparon en los emblemáticos Estudios ION (Hipólito Yrigoyen 2519) y del –cerrado desde 2009– TNT, en Moreno 970. Canciones y álbumes que nos hablaron y nos hablan de mil itinerarios posibles: del paseo por Bajo Belgrano de Spinetta Jade (1983) al GPS puesto hasta Valentín Alsina, cuando los dos minutos resacudieron el punk en los 90. La Avenida Rivadavia de Manal en la que caminamos junto a ellos una cuadra sin hablar, o el conurbanesco y casi distópico Avellaneda Blues. De la esquina de Larrea y Sarmiento nos hablaron los Virus en “El 146”, y nos hicieron conocer ese cruce sin conocerlo, mirándolo desde un colectivo con un boleto de 3500. La mañana de sol en el Abasto la puso en el mapa el que inició este recorrido, Luca. El mismo al que muchos se acercan a saludar en su nueva casa, a la que llegó después de la de Alsina al 400. En el cementerio de Avellaneda, un busto calvo es punto de peregrinación y visita permanente.

El rastro en paredes y esculturas, que se hace esquivo por el paso de tiempo y vandalismos, puede seguirse por algunas calles de la ciudad. Del homenaje a las mujeres del palo, pasando por la plazoleta Miguel Abuelo, en Belgrano, a los más recientes homenajes a Spinetta y Gustavo Cerati. El que está dedicado al creador de Almendra, Pescado Rabioso e Invisible se inauguró el año pasado en el cruce de la avenida Congreso y las vías del ferrocarril Mitre, entre los barrios de Coghlan y Villa Urquiza. En el exterior, las tapas de muchos de sus álbumes trazan una cronología, pasando por el Valle Interior, El jardín de los presentes (Almendra), Madre en años luz (con Jade), Pelusón of Milk, Don Lucero, Pan, y más. En el caso del frontman de Soda Stereo, su tributo data de este año y está entre los barrios porteños de Villa Devoto y Agronomía, en la Avenida Beiró y el cruce con las vías del tren Urquiza, y en ese caso las tapas y estéticas de diferentes momentos de su carrera están dentro del propio túnel. Las artes de tapa de álbumes como Bocanada, los once episodios sinfónicos, los leones de Canción Animal y hasta la silueta de guitarrista rampante del disco Ahí vamos.

El trazado final tiene algo de búsqueda utópica. La Perla, en la esquina de Jujuy y Rivadavia, se sumó tristemente este año a la lista de “catedrales subtes” –como las llama el poeta Fernando Noy en su Historias del Under– que ya son pasado. En el caso de La Perla queda el edificio y una placa de bronce. De otros, ya ni eso. Ahí andan entonces fantasmas de acoples, bohemias y resacas primero en La Cueva (Av. Pueyrredón 1723), y después en lugares como el Stud Free Pub (Av. Libertador y Pampa, de ahí quedan tesoros piratas de Patricio Rey), Le Chevalet (Ecuador 1644), el Zero Bar (República de la India y Las Heras), y por supuesto el Parakultural (Venezuela 330), y Cemento (Estados Unidos 1234). Por supuesto, atraviesa todo el recuerdo siempre presente de la tragedia de Cromañón, en el barrio de Once.

El mapa ya invisible de lugares que fueron quedando en la historia sirve para sacar a esos sitios de los libros y el recuerdo, y ponerles una cara. Un espacio. Volver a hacerlos reales. Quizá el recorrido resulte inspirador para nunca dejar de pensar en lugares que pateen el tablero. Como la definición del Café Einstein (abierto en 1982 en Córdoba al 2500) que escribió Sergio Aisenstein, uno de sus creadores: “Un borrador inmejorable. En la ciudad rodeada de muerte, materializó una energía nueva y poderosa”.

CIRCUITO AZUL:

Días y horario: 1º y 5º domingo de cada mes, a las 16 h.
Punto de encuentro: Alsina 451.
CIRCUITO ROJO:
Días y horario: 3º domingo del mes, a las 16 h.
Punto de encuentro: Av. Leandro N. Alem y Sarmiento (Centro de Atención al Turista Plaza del Correo / HUB).
Las visitas guiadas son gratuitas, se realizan a pie y se suspenden por lluvia. Se precisa inscripción previa

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