REABRIÓ EL CAFÉ de los ANGELITOS

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Buenos Aires Sos (BAS).- Junio 2007.- (Por Gabriela Sharpe).- Los bares y cafetines son una parte importante de la historia de la ciudad, de cualquier ciudad. En ellos cada parroquiano deja en cada pocillo de café una lágrima, una sonrisa, un recuerdo, una decisión. El café comenzó a funcionar en 1890,en la esquina de Rivadavia y Rincón, en ese entonces se llamaba Bar Rivadavia. Era un galpón con piso de tierra. Lugar de preferencia de orilleros que gustaban escuchar las payadas de Gabino Ezeiza y José Betinotti. En 1920 pasó a llamarse Café de los Angelitos, después de que el español Angel Salgueiro comprara el lugar, lo refaccionara y pusiera como decoración angelitos de yeso. Aunque la leyenda sostiene que el nombre se lo debía al perfil de sus parroquianos más bravos, que nada tenían de angelitos. La denominación de «Café de los Angelitos» parece que le viene de una costumbre que tenía cierto comisario de Balvanera de expresar: » vamos, muchachos, a ver si nadie se salió de la vaina en el café de esos angelitos…»según relata Jorge Bossio en su libro Los cafés de Buenos Aires. Ubicado a una cuadra del antiguo Mercado Spinetto, el café se convirtió en un refugio de changarines y jornaleros. También pasaron artistas, políticos e intelectuales. Florencio Parravicini , Elías Alippi, Juan B. Justo y Alfredo Palacios fueron algunos de sus visitantes, que junto con José Ingenieros imaginaban arreglar el país. No solamente concurrían a los Angelitos los hombres del socialismo; también se hizo presente allá por el año 1928 el famoso «clan radical»; traían consigo la lucha política, las pasiones con que los descendientes de Alem procuraban proyectar un país hacia el futuro. Fácil es imaginar las discusiones acaloradas que ese cafetín habrá guardado en cada rincón. Allí mismo fue cuando una noche el director artístico de Odeón, el viejo promotor Don Mauricio Goddart, se entrevistó por primera vez con el dúo Gardel – Razzano, motivando la primera aparición fonográfica del Morocho y del Oriental. Aún no se habían iniciado en el tango y solamente hacían canciones criollas., cuenta Jorge Bossio. Cerró en 1992 después de que una tormenta derrumbara parte de su techo, convirtiéndose en un baldío. Hoy se lo ve decorado con madera oscura, cristal, vitreaux, bronce, mosaicos calcáreos, que en conjunto evocan el estilo de la primera década del siglo XX. En tanto, colgada de sus paredes,se ve una serie compuesta por 350 fotografías, que contribuye a recrear el clima y el ambiente de aquellos tiempos. A partir de su reapertura el café ofrecerá a sus visitantes un menú, entre los que sobresale el puchero criollo que acostumbraba a pedir Gardel. El Café de los Angelitos apuntará al turismo extranjero y al público nacional. En el café, una cena para dos rondará los $ 70 y un café los $ 3,50. Mientras, que la cena-show costará $ 250. Con estos precios los porteños consumiremos un clásico cortado, y nos pasaremos las horas frente al humeante pocillo viendo pasar la vida.

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