Qué pasa con la confitería del Molino?

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El Estado la compró y luego la abandonó

En marzo de este año el gobierno nacional compró la histórica Confitería del Molino por más de 180 millones de pesos pero no se hizo cargo aún de su puesta en valor. El emblemático edificio de Callao y Rivadavia, declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, continúa en ruinas, abandonado y con riesgo de derrumbe en los sectores más afectados.

El artículo 2 de la resolución, que indica que luego de la tasación efectuada por el tribunal se procederá finalmente a desembolsar el dinero que reclamaban las dos familias descendientes de los fundadores de la Confitería, señala: “Inscríbase en el Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital, a nombre del Estado Nacional, la titularidad del dominio del inmueble ubicado en avenida Rivadavia 1801/07/15 esquina avenida Callao 10/20/28/30/32 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

Debido a su mal estado una malla y una bandeja de contención lo cubren desde hace décadas para evitar desprendimientos de vitrales y mampostería. Por esta razón, el equipo del Plan Rector de Intervenciones Edilicias del Congreso Nacional (PRIE) se encargará de la restauración del edificio.

El envío desde el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda al Congreso de unos 500 millones de pesos para la restauración y posterior transformación en un centro cultural con museo, como lo estipuló la ley de expropiación de 2014, al día de hoy no se concreta.

Arquitectos del Plan Rector de Intervenciones Edilicias del Congreso –organismo que debería encargarse de la puesta en valor de la confitería, que integra el área conocida como Manzana Legislativa– lamentaron que aún ni siquiera se les haya permitido ingresar en el lugar para realizar un relevamiento técnico de su estado.

El inmueble, clausurado hace dos décadas, sufre graves patologías, típicas de las construcciones deshabitadas por tanto tiempo. “Sólo cuando Interior nos pase la partida podremos empezar a funcionar”, dijeron fuentes del Senado. Por su parte, la Comisión Bicameral destinada al seguimiento del proceso de restauración tampoco se creó aún.

Fuentes del ministerio que conduce Rogelio Frigerio explicaron que no fue incluida en el presupuesto de este año una erogación de fondos para las obras. Por lo tanto, la Presidencia o la Jefatura de Gabinete deberían reasignar una partida, hecho que consideraron poco probable.

En cambio, una alta fuente gubernamental reveló al diario La Nación que “Interior no le gira dinero al Congreso porque teme que luego se floreen como únicos autores de la puesta en valor de una joya arquitectónica de tamaña envergadura”. Y adjudicaron las trabas a un posible distanciamiento entre el presidente Mauricio Macri y Frigerio, por un lado, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, por el otro.

Por lo anterior, se deduce que el Estado compra un edificio y luego lo abandona.Denuncian falta de seguridad en el edificio y su entorno, los andamios son una rampa de acceso para cualquiera que quiera subirse y entrar a robar por los huecos de las paredes, las letras de la marquesina y las aspas del molino se encuentran oxidadas y a punto de desprenderse.

Un informe técnico elaborado por empresas privadas alertó del peligro de desmoronamiento del pináculo, los vitrales y la mampostería de la centenaria construcción, de casi 7000 metros cuadrados cubiertos, declarada Monumento Histórico Nacional en 1997. Luego de ese estudio, se lo envolvió con una fuerte malla protectora azul que oculta sus peculiares características arquitectónicas.

En el interior se suceden desprendimientos de vitrales, caños rotos, cables eléctricos precarios, escaleras intransitables y ascensores descompuestos. Afuera, la vereda que lo circunda continúa siendo peligrosa de transitar: tiene baldosas flojas y está cubierta por andamios, puestos de venta ambulante, pasacalles, quioscos de revistas y gente en situación de calle que se cobija en el edificio, a pesar de ser un sitio inseguro. No hay un solo responsable, nadie se hace cargo.

Consultado, un funcionario del área advirtió: “El tercer subsuelo de la confitería, donde funcionaba la panadería, está inundado desde hace años. Tenemos miedo de que si empezamos a trabajar en la vereda se venga todo abajo y sea mucho peor”.

Esta situación revela el nivel de abandono y desidia de parte del Gobierno de Buenos Aires con los históricos espacios de la Ciudad.

(Por María Suarez) Comunera de la Comuna 3

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