Préstamos para la vivienda: un negocio para los mismos de siempre

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En los últimos meses se registró un aumento notable de los créditos hipotecarios solicitados y otorgados en todo el país. En gran medida, el boom se debe al lanzamiento del nuevo programa de crédito para la vivienda, con cuotas calculadas en la unidad de medida UVA (Unidad de Valor Adquisitivo), cuyo valor se ajusta según la inflación. La “solución” hallada por el Gobierno nacional para hacer frente al problema habitacional (calculado en 3,5 millones de viviendas en todo el país), es exponer a los ciudadanos al riesgo de las devaluaciones, protegiendo así a los bancos y al mercado inmobiliario.

El déficit habitacional en Argentina no es una novedad. Constituye un problema estructural que atraviesa tanto a sectores populares como a la clase media. La “medida revolucionaria”, en palabras de Mauricio Macri, deja ver la solución propuesta por Cambiemos: correr el eje hacia el mercado, intervenir en favor de los bancos y los poseedores de propiedades. El sueño de la casa propia parece estar al alcance de la mano con el nuevo sistema de créditos. La clave está en observar quiénes son los que más festejan.

A primera vista, el nuevo sistema de créditos para la vivienda suena tentador: cuotas que rondan los 5 mil pesos, más bajas que en un crédito tradicional; demostraciones de ingresos que oscilan entre dos y cuatro veces el valor del salario mínimo vital y móvil; plazos entre 20 y 30 años para pagar, sumado a la posibilidad de conseguir financiación Procrear que solvente parte del capital necesario para comenzar. ¿Cuál es la trampa? La unidad de medida de las cuotas es la UVA, que aumenta según el índice de precios. El banco no presta un monto de dinero a tasa fija, sino que entrega una cierta cantidad de UVAs, cuyo valor se modifica día a día. Así el precio final del préstamo es incalculable, colocando al deudor en un lugar de extrema vulnerabilidad frente a la inflación y la devaluación. La accesibilidad y la baja demanda de requisitos en el otorgamiento de los créditos se explican por quién paga los platos rotos.

¿En qué se diferencia de los créditos a tasas fijas? En los programas tradicionales, son los bancos quienes absorben la inflación. Lo mismo sucedía con el Procrear del kirchnerismo, en el que el Estado subsidiaba al beneficiario al dejar las tasas fijas por cinco años, en contextos de inflación.

Según el plan del Gobierno, el ajuste de la UVA por inflación debería acompañar el aumento de los salarios, así la cuota se mantendría como una porción estable de los ingresos. Sin embargo, sabemos muy bien que en los dos años que lleva Cambiemos en el poder, los salarios aumentaron siempre y muy por debajo de la inflación, reduciéndose cada vez más el poder adquisitivo. La “solución” ante este escenario es que los deudores puedan pedir una prórroga en el pago del crédito, extendiéndose la cancelación de la deuda varios años más.

A diferencia del Procrear original, los nuevos programas de crédito otorgan préstamos para comprar, no para construir. Por otro lado, tienen una clara orientación hacia los sectores medios y altos. ¿Por qué? Sólo quienes tengan ingresos crecientes pueden hacer frente a cuotas que aumentan de manera imprevisible.

Este contexto está acompañado por el aumento de los alquileres, del valor del suelo y las propiedades, sin control. La regulación del mercado inmobiliario está muy lejos de ser una prioridad para el gobierno macrista.

¿AHORRO? JOVEN.

El 3 de octubre, y a tan sólo 20 días de las elecciones generales, el Gobierno nacional lanzó el nuevo programa de crédito para personas de entre 18 y 35 años. El acceso asoma con bajas restricciones: pueden presentarse trabajadores y trabajadores no registrados y monotributistas, con ingresos de entre 17.720 y 35.440 pesos mensuales; y, mientras que el Procrear tradicional exige un monto inicial del 10% del valor de la vivienda, el Procrear Joven demanda apenas el 5%. Sin embargo, obliga que ese monto sea ahorrado en plazo fijo UVA en los bancos por un año, como forma de demostrar capacidad de ahorro (cerca de 1,2 millones de pesos). Al tratarse de un Procrear, el Estado subsidia de forma no reembolsable hasta 12 mil UVAs.

La modalidad es la misma. Una vez alcanzado el ahorro establecido, el préstamo es otorgado en UVAs. Los usuarios deberán afrontar las consecuencias de la inflación, sumado a los riesgos elevados por la cantidad de años que suponen. A pesar de los perjuicios, ya son más de 65 mil los inscriptos al programa.

La “inclusión financiera a los jóvenes” constituye otra estrategia para desviar el eje del problema inmobiliario hacia el mercado. Se trata de una versión renovada del Estado neoliberal: lejos de estar ausente y correrse de la esfera económica, el gobierno de Cambiemos interviene para colocar la balanza en favor de los bancos y la especulación inmobiliaria.

Es necesario hallar propuestas que regulen el mercado inmobiliario que no sean desleales para los no propietarios y permitan una planificación habitacional orientada a resolver el déficit. El nuevo sistema de créditos está lejos de resolverlo, porque parte de una lógica insensible, en la que el derecho a la propiedad está por encima del derecho a la vivienda.

(Por María Emilia Reiszer)

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