BAFICI: Casa propia. Competencia argentina

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(Por Julián Nassif) Con tintes similares a los del cine de la dupla Duprat/Cohn, aquellos que han sabido realizar una mezcla de géneros que, de a momentos, tanto le debe a HitchcockRosendo Ruiz redunda en una obra repleta de referencias al Cine Moderno del ya mencionado y del icónico Orson Welles, destacando en un primer plano secuencia la larga profundidad de campo, ya casi abandonada en el período post fílmico de la cinematografía contemporánea, que el creador de “El Ciudadano” solía apuntalar, junto a un tímido suspenso hitchcockiano, batido con la suspicacia onírica de Villeneuve.

En una película que comienza  pareciendo ser una simple obra neorealista cordobesa, la mescolanza de estilos y relatos que el director aporta, acude a construir un todo que sorprende constantemente y alarma, si uno por casualidad puso pausa alguna vez durante su visualización, con ser un conjunto de films.

Aún así, surte efecto el amalgamado para relatar la claustrofobia de un hombre de 40 años apunto de implotar en su deambular por la búsqueda de un hogar propio, condenado al cuidado de su madre enferma y a una rotación constante por distintos inmuebles contenientes de elementos exasperantes para su ser. La eterna incomodidad que sufre Ale, interpretado por un contundente Gustavo Almada, al no poder construir un hogar y verse obligado a retornar al útero, lo envuelve en un increscendo iracundo  muy sutilmente expresado.

De características aparentes pequeñasRuiz desarrolla la impotencia de un ser que solo quiere ser libre, tan libre como alguien con “Casa Propia”.

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