Adriana Lestido: porteña y de arte puro

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19 de agosto de 2016.- (Por Héctor Sosa).- Adriana o la «negra» Lestido, sabe de tacto y su olfato (gato) la lleva al zarpazo de un dedo, en sintonía con el iris para reflejar el dolor de siempre, como en la foto que muestra a madre e hija con el pañuelo blanco de los jueves, de los jueves que resisten y resisten. Y que dio vueltas al mundo.

Lestido gusta del tiempo y el espacio intimo. Lo absorbe con pasmosa tranquilidad, la misma que la puede encontrar dentro de una cárcel de mujeres, conviviendo con ellas por meses, y reflejarlas en «Mujeres Presas con sus Hijos». Mostrar que un muro no detiene cuotas de felicidad y que el encierro del sistema es la crueldad misma.

Adriana, porteña de ley, vivió en Mataderos y se apoderó de San Telmo y su vuelo colonial. Adriana en la verdulería de Chacabuco e Independencia y también en su muestra alrededor del mundo.

Nunca le esquivó al bulto, como cuando en plena dictadura, iba y venía, de aquí para allá, y daba en el blanco de represores que impedían manifestaciones a golpes (Lanusazo: rebelión vecinal ocurrida en 1982)) o durante los años de muertes y ausencias. Algo que ella padeció en su más interna cercanía.

Sigue recorriendo la ciudad, el interior (de las personas) y el mundo. No la inmutaron los premios ni las luces de neón.

Es como la esquina de la foto que ilustra la nota: iluminada y oculta. Bella y dura. Se pierde y se encuentra, incluso en alguna esquina de Buenos Aires, donde mientras mira gatilla, mientras escucha imagina una forma. La que la llevó a darle luz a tantas oscuridades o hacer opaco el brillo.

 

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