LOS ROQUEROS DE HOY SON LOS TANGUEROS DE MAÑANA

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Buenos Aires Sos.- Enero 2009.- (Por Hugo Astor).- Es uno de los cantores más populares , después de Carlos Gardel. Se llama Edmundo Rivero y de él casi todos conocen su voz original, su estilo peculiar, su fuerza dramática para interpretar a los poetas del tango.

 

Lo que no todos saben de este hombre de 74 años es su sólida militancia en defensa de la cultura nacional, sus inquietudes literarias volcadas en libros y ensayos, su pasión -en fin- por el canto.

Cuando se le dice que es uno de los últimos grandes que le quedan al tango, Rivero contesta con una frase que acaso encierra todo ese espíritu de su vigencia, el porqué de esa fecunda carrera que atraviesa  el medio siglo en los escenarios: «Yo, al tango, lo sigo tratando de usted».

–Algunos analistas sostienen que el tango podría ser parte de una cultura en extinción, ¿usted qué opina?

¿En extinción?. Por favor, si tiene cien años de vida. El tango ya es música clásica, o como la òpera:está vivo.  En estos momentos está triunfando en Estados Unidos y Europa.

–¿No será una moda y, como tal, pasajera?

En Francia , esta moda empezó en 1920. Desgraciadamente, en nuestro país la gente tiene que salir y triunfar en el exterior para que después le lleven el apunte.  Hasta Gardel lo sufrió.

–¿Qué es el tango para usted?

El espíritu de un país entero, de su gente y sus cosas transformado en música y en letra.

–Pero ¿tiene vigencia el tango?

Sí. Para muchos es evocación, volver a vivir,recrear situaciones. Y como también hay nuevos autores y compositores, tenemos tangos que le cantan al asfalto y a la luz de mercurio.

–Parece ineludible la referencia a Astor Piazzolla: ¿es tango?

Sí, cómo no?. Piazzolla llenó el tango de musicalidad. Lo que pasa con Piazzolla es que le han salido muchos imitadores, pero los chicos que tocan como èl no tienen su conocimiento tanguero. En todo caso, la verdad la dictará el tiempo. El tango siempre tuvo vanguardistas. La orquesta de Francisco Canaro fue un cambio notable, igual que la de Osvaldo Fresedo. Otro muy combatido fue Julio de Caro; yo canté con él, decían que no era tango, como ahora con Piazzolla…

–Usted y Astor hicieron un long play notable en la década del ’60, con poemas de Jorge Luis Borges. Algunos temas ya son clásicos del tango.

Esas obras pertenecen a las Milongas para seis cuerdas, pero lo lindo de ese disco fue que a pedido de Astor y mío, en medio de la grabación Borges escribió un tema nuevo. Se llama Oda a Buenos Aires y lo incluimos en el disco.

–Borges, pese a él mismo, es un tanguero bárbaro.

Sus personajes son muy reales. Borges estaba atraído por esos hombres valientes, de coraje, que peleaban frente a frente, cuchillo contra cuchillo. Esa gente era de Palermo antiguo y Borges la ensalzó mucho.  En el fondo es una contradicción: Borges dice que no le gusta el lunfardo, pero los guapos de esa època eran el prototipo del lunfardo.

–Usted ha escrito un libro fundamental en la bibliografía gardeliana: Las voces, Gardel y el canto. ¿Cómo nació la idea?

Lo hice porque no conocía ningún libro que hablara de su canto.  Entonces, lo escribí yo. Creo que con autoridad, porque estudié mucho canto. Si no, no podría haber escrito ese libro.

–¿Qué es Gardel en la historia del tango?

No era un cantor: es el cantor, el maestro de todos. Gardel fue el primero que aplicó decenas de técnicas depuradas del canto en la música popular argentina.  En el libro enumeré más de noventa adornos vocales. He analizado y documentado todos los que usaba Gardel y he llegado a la conclusión de que él era un cantante de cámara, por su expresividad, por su dicción, por su fonación, porque expresaba más la letra que la música.  El tango justamente es el vehículo que lleva la palabra. Gardel lo hacía perfectamente bien porque conocía la técnica vocal, el verdadero canto culto. Su experiencia le decía también dónde utilizar esas técnicas. Jamás las incluía en las cosas criollas, en el canto silvestre. Gardel usaba los adornos sólo en los tangos.

–¿Cómo fue su infancia? ¿En su casa se escuchaba música?

Viví toda mi niñez en Saavedra, aunque nací en Avellaneda, cerca de Puente Alsina. Fue una casualidad, porque mi padre trabajaba en el ferrocarril, instalaba estaciones y las mudanzas eran frecuentes. Cuando fuimos a Saavedra, allí estaba el límite entre el campo y la ciudad.

–¿Se escuchaba música?

Iban los payadores, yo los escuché. Pero usted antes me preguntó por mi casa. Siempre hubo música. Me lo decía mi padre y lo digo yo ahora: la músca es un punto de reunión. ¿Usted conoce algún pueblo que haya peleado con otro por la música? Al contrario, la música ha unido a la gente. Ha roto fronteras. No hay idioma que se le pueda comparar.

–¿Cómo llegó al tango?

En aquellos tiempos, le hablo de 1935, era muy dificil conseguir una chica para salir. Nosotros (mis amigos y yo) usábamos el método de las serenatas telefónicas.  Llamábamos a cualquier número. Si el «hola» tenía voz de hombre, decíamos «equivocado». Sí la que atendía era una mujer, arrancábamos con una canción. Yo era cantor de temas sureños, ni pensaba en el tango. Una tarde embocamos una voz de mujer y resultó ser la hermana de Julio de Caro, que andaba buscando un cantor. Y así llegué a cantar en una orquesta de tangos. Diez años después estaba actuando en una radio que se llamaba La Voz del Aire y me llamó por teléfono otra mujer. Era Carmen Duval, me ofrecía un puesto de cantor en la orquesta de su marido, Horacio Salgán. Estuvimos juntos dos años, y después me llevó Anibal Troilo. En 1950 decidí ser solista y así sigo hasta hoy.

¿Cómo eran esos tiempos de La Voz del Aire?

Duros, muchas veces se cobraba en especie. Una firma anunciaba y el cantor -por ejemplo- recibía regalos de lo que vendía el anunciante. Podía ser una pescadería, un almacén o una mueblería. Y bueno, se cobraba en pescado, en provisiones o en alguna mesita de luz. Vivir de la música, por entonces, no se le podía ocurrir a muchos. Lo que más caminó fue lo de los restaurantes, con lo cual la comida estaba asegurada. Y aunque parezca increible, en este momento, se está poniendo otra vez de moda este trueque en las cantinas.

–En las cantinas donde se escuchan tangos no se ve gente joven

El tango no es para los chicos, porque ellos se criaron en el rock, ahí esta el asunto. El rock es una forma de penetración en nuestros países. Con la música viene un tipo de ropa, hábitos y toda la maquinaria para vender discos y casetes. Es una gran maniobra con la complicidad de las radios, que pasan fundamentalmente esa música. Hay chicos, muchachos jóvenes que no conocen a Osvaldo Pugliese.  Yo pienso para mí: «Pobre país». Lo peor que nos puede pasar es perder las tradiciones.

–¿Cómo se lucha?

No hay que entregarse. Yo una vez quise comprar una onda de radio. Me dijeron que me convenía alquilar los espacios a las grabadoras -que son multinacionales- y quedarme en la puerta de mi casa esperando que me trajeran el dinero. Yo dije:»¿Pero van a pasar música extranjera?» Y me contestaron: «¿Y a usted que le importa?».
Como para mí es fundamental la defensa de los valores musicales argentinos, no hice el negocio. Pero yo soy optimista, el tango ya está impuesto, definitivamente. Carlos Gardel tiene monumentos en muchas ciudades del mundo, y todavía no sé de ninguno levantado para recordar a un cantante norteamericano.  Los roqueros de hoy son los tangueros de mañana . (Entrevista realizada en enero de 1986 y publicada por CuarentaXCuarenta, selección y prólogo Roberto Gómez).

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