Las calesitas son parte fundamental de nuestra identidad porteña

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20 de julio de 2016.- (Por Gabriela Sharpe).- Hoy es el día del amigo, el espiritu que prima es la armonia y la felicidad del reencuentro. Los recuerdos de infancia aparecen sin que uno los llame, y no es la intención de esta nota sembrar cizaña entre las personas queridas. Recuerdos de viejos tiempos, con amigos de infancia, de calesitas y calenturas por aquel que  sacaba la sortija.

«La sortija es un invento argentino como la milonga y el dulce de leche…Quien logra alcanzarla tiene como premio una vuelta gratis».

Claro…eramos pibes e inocentes. No nos dabamos cuenta de la picardía del que movía a diestra y siniestra ese pedacito de madera, con forma de pera. El calesitero, con ojo de lince, se fijaba si los niños iban en grupo y era, inefable, que se la diera a uno del grupete. Y ahí venían las broncas y los enojos, de los chicos y de los mayores, que debían desembolsar plata para comprar más vueltas a los que no habían sacado nada.  Así se pasaba la tarde entera.

La historia nos cuenta que la primera calesita que dio sus primeras vueltas en la Ciudad fue de industria alemana y lo hizo impulsada por un caballo¡¡¡. Ocurrió en 1867 y estaba ubicada en plaza Lavalle.

Las de industria nacional aparecieronen 1891. Fueron itinerantes y se trasladaban de barrio en barrio.

En la Asociación de Calesiteros figura un mapa con la ubicación: Palermo es el más poblado, con seis calesitas, seguido por Caballito, con cuatro, mientras que Villa Urquiza, Villa Crespo y Boedo no tienen.

En la actualidad hay unas 50 calesitas, ubicadas en parques y plazas, y, a partir de 2007, son consideradas Patrimonio Cultural de la Ciudad. En los argumentos de la ley se explica que: «Las calesitas de Buenos Aires son consideradas Patrimonio Cultural y emblema de identidad porteña. Porque nuestra infancia también es memoria, la sanción de esta ley, recupera y pone en valor tan queridos espacios públicos, que guardan entrañables historias del imaginario colectivo».

Claro que sí. La calesita es parte de nuestra identidad, está en el recuerdo de todos. Siendo pibes, siendo adolescentes, siendo padres, siendo abuelos. Siempre se recurre a ese lugar donde se sabe que el avión no vuela, pero uno vuela con el avión.

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