LA EMPRESA DE CONTAR HISTORIAS

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Buenos Aires Sos (BAS).- Mayo 2007.- (Por Pablo Lema).- En la antigüedad eran varios los osados en ir por el mundo viviendo situaciones de toda índole para luego contárselas a amigos, conocidos, amantes y desconocidos; ya que creían que no había peor cosa en el mundo que vivir sin nada para contar. Los alquimistas del antiguo Egipto y de Grecia revelaban que La vida sabiendo de su naturaleza abstracta necesitaba de escritos que dejaran prueba, no sólo de su existencia sino también de los diversos acontecimientos que ella misma generaba y es por esto que se valía de estos buscadores para llegar a su cometido. Por esto, desde la antigüedad hasta hoy en día, diversos estudiantes, trabajadores y artistas son conocidos por ser recolectores de anécdotas. En cualquier momento se arman de ganas y de valentía para frecuentar todo tipo de lugares que los lleve al encuentro con las mismas. A ellos no les interesa en sí lo vivido sino el recuerdo para luego contarlo. Hasta a veces son meras marionetas en el impulso del simple contar en la ardua lucha del corriente vivir. La anécdota es considerada en algunas culturas como una especie de medicina casi milagrosa que cura todo tipo de infortunios. Un filósofo de la antigüedad sentenciaba, «no importan las desgracias que uno viva, los desengaños acumulados en la búsqueda por encontrar al verdadero amor, o la simple certeza de saber que todo en algún momento tiende al desenlace sino que lo que lo hace verdaderamente valioso es poder inmortalizarlo en un relato». Los chamanes, grandes místicos de la Madre Naturaleza, dejan en claro que toda experiencia forma parte del movimiento cíclico de la vida, no se separará lo bueno de lo malo. Ambos forman parte de un Todo y quien le dará un significado acorde es su mismo protagonista. Si la finalidad de ciertos espíritus es introducirles a hombres y mujeres todo tipo de proyecciones, ilusiones y ensueños por delante para que caigan en las redes del enamoramiento con el único fin de mantener la especie, la meta propuesta por otros tantos espíritus es dotar a los hombres y mujeres de cierta valentía, osadía y desenfreno para que vayan en búsqueda de todo tipo de situaciones con el único fin de contarlas, sin importar el precio a pagar, ya que como decía el tanguero Ledesma en una de sus canciones, «el que quiere anécdotas tendrá que poner delante su vida entera». Actualmente son cada vez mas los poseídos, por así decirlo, por este tipo de espíritus. Y nuestra ciudad no hace la diferencia. Entre tantos casos ejemplares pueden citarse desde los artesanos de la Recoleta que son grandes comerciantes de relatos hasta los bohemios que caminan por la Av. Corrientes, verdaderos ladrones de historias y testigos de todo tipo de vivencias. Ni que hablar de los diversos grupos que recorren el mundo entero persiguiendo estos fines. El lugar de encuentro de estos cuenta historias son: bares, teatros, plazas, subtes, cementerios, baños del sexo opuesto y hasta en museos, entre otros tantos. Los cuenteros son fáciles de reconocer ni bien comienzan a relatar pero no llevan un uniforme que los caracterice. El único disfraz que usan, según la mayoría, es el de la piel corriente que pasa desapercibida a los ojos generales. Son catalogados por la masa porteña de «soñadores», «niños inmaduros» o hasta de «fracasados». Los que usan semejantes adjetivos contra ellos son los que creen que La vida es sólo lo que se ve y el vivir una imbatible lucha por sobrevivir entre medio de hienas que se comen entre ellas. Descreen de las historias ya que las tienen reservadas sólo a los niños y se olvidan de que sus vidas en algún momento también serán relatos que contará un tercero. Por esto y por muchas razones màs es que los Cuenteros Porteños deciden pasar desapercibidos y se disfrazan de Abuelos; característicos por tener siempre algo para contar o rememorar en los mediodía de Domingos, de Amigos quienes nos entretienen en medio de una plaza con los recuerdos de una noche pasada o hasta de Conocidos Barriales que inventan excusas para generar el simple diálogo con cualquier transeúnte. Ellos son los responsables de condimentar con sabores mucho mas sabrosos o hasta picantes a las comidas rutinarias que están ya muertas por ser conocidas de punta a punta y que pasan desapercibidas por saberse de memoria. Estos Cuenteros afirman que las condiciones básicas que hay que tener son: una vida corriente que será aburrida o todo lo contrario que nos impulsará a ir en busca de nada para que se transforme en algo, una continua mirada de extranjero; elixir ideal que nos permitirá siempre encontrar lo desconocido en lo conocido y un gran, hasta a veces enfermizo, espíritu aventurero ya que sin el lo mas probable es que seamos lectores de experiencias en vez de recolectores de experiencias. Que no sea de extrañar que el día de mañana nos encontremos en cada esquina con algún cuenta-historias que, con un relato en bandeja, nos den como anillo al dedo esa solución a ese problema sin aparente solución. Hay mucho misticismo y realidad aparente en todas sus historias ya que no sólo se cuentan por haber sido vividas sino también porque dicho relato tiene vida propia y necesita ser contado, independientemente de quien lo cuente, sea protagonista o no. No olvidemos que estos susodichos, son mediums en los fines misteriosos y hasta inexplicables que persigue La Existencia y que se basa de su trabajo para llegar a su cometido; muchas veces ciego a los ojos de los racionales y de los científicos

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