CINCO PISOS POR ESCALERA PARA CONSEGUIR UN LIBRO

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Buenos Aires Sos.- 7 de junio 2010.- (Por Gabriela Sharpe).- Ya que hoy se conmemora el Día del Periodista, debido a que el 7 de junio de 1810 Mariano Moreno funda el primer periódico argentino, «La Gaceta», y, para homenajear a este prócer qué mejor idea que ir a visitar la Biblioteca Nacional, cuya creación fue impulsada también por Moreno.

En Las Heras y Agüero, cruzando por la plaza del Lector, todo lindo y bien cuidado, uno se va adentrando con muy buena predisposición a ese edificio que a primera vista parece la sede de los marcianos.

Dejando a un lado el pastito de la plaza, las pisadas silenciosas comienzan a ser acompañadas por un rum,rum particular, es que los baldosones del camino hacia la entrada de la biblioteca están flojos, y uno tiene la sensación que le están moviendo el piso.

Las dos puertas de entrada no funcionan a la vez, si un día se abre una, la otra permanece cerrada, se turnan, nunca logré ver que las dos funcionaran al mismo tiempo.

Si al mareo que provoca las pisadas inciertas, se le suma las idas y vueltas para saber por qué puerta entrar, sin contar los empujones y los tira y aflojes, es atendido por personal que parece que hace añares que están sentados en la misma posición, con la particularidad que da su juventud.

Quinto piso, sala de lectura. Los dos ascensores no suben ni bajan, simplemente parecen ser de utileria. Un empleado de seguridad, muy sonriente, le indica la escalera. Y no hay tu tía, no entiende que cinco pisos no es moco de pavo, que, quizás, si hay buena voluntad se podría usar el ascensor que lleva y trae a los empleados. Siempre sonriente, el empleado lo lleva hasta la escalera, con la necedad de un autómata.

Cinco pisos. Uno lo piensa mejor, y se pregunta vale la pena homenajear con este sufrimiento a Mariano Moreno. Cinco pisos, en los que uno tiene que ir esquivando cuerpos de gente que se va quedando en el camino, los descansos están más concurridos que la 9 de julio en los festejos del Bicentenario. El primer y segundo piso estan señalizados, pero no a la manera común y corriente, uno tiene que utilizar el intelecto, bueno, para eso vamos a la Biblioteca. Tercer y cuarto piso la señalización brilla por su ausencia. En definitiva, se está atrapado en un laberinto de escalones, sin saber, exactamente, en qué piso está, sin poder calcular cuánto más va a transpirar, a esta altura el desodorante ya lo abondonó, y se corre el riesgo de que la  respiración se quede olvidada en algún peldaño.

Quinto piso. La Meca. Momento en que se termina de producir la metamorfosis de una persona,el que abre la  puerta, ahora, se trata de alguien  en condiciones deplorables, desaliñado, con los zapatos en la mano y un pulmotor, que alguien que emprende el descenso, tuvo la amabilidad de prestarle. Se sienta. Y tiene la suerte de contemplar la ciudad de Buenos Aires. La vista es realmente reconfortante. Cuando nota que el corazón vuelve al latido normal, que las pulsaciones vuelven a su ritmo, se dispone a buscar libros. Hay ocho terminales de consulta, de las cuales funcionan tres. Como en los Bancos o en el Pago Fácil hay que hacer una fila interminable esperando el turno. Eso sí el libro seguro que lo va a encontrar.

Lamentablemente, la que esto escribe es una asidua usuaria de la Biblioteca Nacional. Y esto que describe pasa habitualmente, no se trata de una excepción. Qué verguenza sentiría don Mariano, en lo que se a convertido lo que debería ser la panacea del libro.

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