CABA: ¿Cómo convive la Reina del Plata con la Cenicienta?

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(Por Azul García/ Anccom) El distrito más rico del país es la vez uno de los más desiguales. Las diferencias entre el sur y el norte en cuanto a ingresos, vivienda, salud y educación son enormes. Palermo y Recoleta son los barrios mejores posicionados. ¿Cómo convive la Reina del Plata con la Cenicienta?

Desde el 2005 la Ciudad de Buenos Aires -con sus 3 millones de habitantes- está organizada en quince comunas, muy diferentes entre sí. Basta con viajar las primeras estaciones del Tren Mitre para notar esta disparidad. La pobreza y hasta la indigencia azotan a una parte de la población porteña, mientras que la otra comprende niveles de calidad de vida muy superiores. En lo relativo a estadísticas nacionales, una familia tipo necesitó este junio para no ser pobre 31.148 pesos según el INDEC. No obstante, el ingreso per cápita familiar promedio de la Ciudad de Buenos Aires en 2019 es de 27.088 pesos. Esto significa que, en promedio, todos los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires son pobres.

El año pasado, cuando el ingreso promedio era de 22.459 pesos sólo seis de las quince comunas superaron ese valor, casualmente todas ellas del norte de la ciudad. Quien batió el récord fue la comuna 14, Palermo, con un ingreso per cápita familiar de 34.357 pesos, seguida por la comuna 2, Recoleta, con 31.249 pesos. Conclusión: en promedio, todos los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires son pobres exceptuando los de Palermo y Recoleta. Y algunos más, representados en el siguiente gráfico.

La línea roja marca el ingreso promedio -22.459 pesos- y la azul el que se percibe discriminando por cada comuna. Fuente: Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad (DGEyC)

Lo mismo ocurre al analizar la relación entre los ingresos y la Canasta Total de Bienes y Servicios no Alimentarios. Nuevamente la comuna 2, la 5 (Almagro y Boedo), la 6 (Caballito), la 12 (Saavedra, Coghlan, Villa Urquiza y Villa Pueyrredón), la 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) y la 14 son aquellas cuyos ingresos llegan a cubrirla de sobremanera. En la 4 (Nueva Pompeya, Parque Patricios, Barracas y La Boca) los niveles de ingresos para acceder a la Canasta Total se encuentran en la mitad de la brecha, es decir, un 49,7% supera lo necesario para cubrir la Canasta y un 50,3% está por debajo del nivel. La única comuna que presenta un mayor índice de falencia es la 8, donde sólo el 38% de los habitantes cubren la Canasta Total, dejando un 62% de habitantes por debajo de la línea.

Siguiendo el análisis, la comuna 8 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati) es la que tiene el mayor porcentaje de hogares hacinados, un 25% según la Dirección General de Estadísticas y censos (DGEyC), valor que, además, excluye a los hogares sin habitaciones de uso exclusivo. De sus 240 mil habitantes, uno de cada tres reside en una villa, explicó a ANCCOM Marcos Chinchilla, referente de la Villa 20 en Lugano.

Los planes de urbanización tienen más polémicas que avances concretos. La Villa 31 en Retiro o incluso la 20 en Lugano son los casos más emblemáticos de estas políticas públicas que, según los vecinos, sólo cambian la apariencia con construcciones provisorias y descartables. “Un barrio se puede decir que está urbanizado, integrado a la Ciudad, cuando tiene los mismos servicios que el resto de la Ciudad”, sintetizó Chinchilla. El referente ejemplificó algunos temas básicos: la Villa 20 tiene falencias en servicios de primera necesidad, los Bomberos y las Ambulancias no ingresan a los barrios y las calles son precarias o directamente no existen, como tampoco lo hace el transporte público interno.

La situación en Soldati no dista demasiado: “Tenemos el caso emblemático de La Veredita que ya tiene nombre de barrio propio. Es un asentamiento que se hizo en la Avenida Portela y la gente está, literalmente, en la vereda, desde hace como 9 años. Hoy ya hay casas de material, pero imaginate que no tienen ni servicios de cloacas ni de agua potable”, relató Ariel Verón, militante de El Hormiguero, una organización villera.

En un mapa confeccionado también por la DGEyC se observa que de las 38 villas, asentamientos y núcleos de emergencia marcados en la Ciudad, 30 se encuentran en las comunas del sur (18 en la comuna 8, ocho en la comuna 4, dos en la comuna 7, una en la comuna 9,  una en el extremo sur de la comuna 1) y ocho en las del norte (cuatro en la comuna 15, una en la comuna 3, una en la comuna 2 y dos en la parte norte de la comuna 1). Nuevamente son las comunas del sur las que presentan condiciones más desfavorables, precarias y marginales. Por su parte, cabe destacar que hablar de vivienda no es únicamente infraestructura. Las condiciones de hábitat signan también la calidad de la salud, el acceso a la educación, la seguridad, la expectativa de vida, la mortalidad infantil, entre otros derechos.

Educación y salud: otras variables

La cantidad de establecimientos educativos y su distribución por los barrios es otra de las diferencias más llamativas entre las comunas. Las que más escuelas de gestión pública tienen son las que, al mismo tiempo, menos privadas cuentan en sus filas. La 4 tiene 68 primarios públicos y 27 privados. La 8 cuenta con 44 escuelas primarias estatales y 17 instituciones privadas. En un sentido opuesto, las comunas 2 y 14 tienen más escuelas privadas que públicas (la 2 tiene 16 primarias estatales y 26 privadas y la 14, 32 estatales y 43 privadas). Los datos podrían indicar que hay barrios donde se concentra mucho más el negocio económico de las escuelas y las clínicas. Tanto la comuna 4 como la 8 son también las que poseen una mayor cantidad de Centros de Salud y Acción Comunitaria (11 y 10 respectivamente) mientras que la 2 no tiene ninguno y la 14 sólo 3.

A su vez, los datos de escolarización vuelven a marcar una desigualdad entre el norte y el sur de Capital. En los niveles Inicial, Primario y Secundario casi todas las comunas se mantienen estables. La mayoría ostenta una tasa de escolarización superior al 90% y las más bajas están arriba del 80%. Sin embargo, es la tasa de la educación superior la más alarmante. Mientras que en las comunas con mayor poder adquisitivo la tasa de estudiantes que cursan una carrera de grado o un terciario se mantiene alta (la 14, la 2 y la 13 ostentan este privilegio) otras, como -nuevamente- la 4 y la 8, tienen una tasa muy baja, lo que coincide con el ingreso per cápita familiar estimado en cada comuna.

Ineficiencia de insumos e infraestructura

“El estado de los edificios escolares es bastante paupérrimo”, confesó a ANCCOM Julieta Costa Díaz, comunera de la Comuna 13 por Unidad Ciudadana. “Trabajamos mucho con los contratos de las empresas que tienen que hacer el mantenimiento para que se cumplan y casi siempre están vinculadas a amigos del presidente u Horacio Rodríguez Larreta”, agregó haciendo énfasis en los problemas de infraestructura escolar. “También hay falta de vacantes en las escuelas como en toda la ciudad”, añadió, sumándose a una demanda que llegó a oídos del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que negó en televisión.

En la misma línea, Ariel Verón, referente de la Comuna 8, aseguró que es la comuna más carente de vacantes escolares. “También se ve la contracara de la publicidad del gobierno de las nuevas 54 escuelas. Acá hay algunas, pero cuando vas en realidad es un terreno baldío”, aseguró tomando de ejemplo uno que está en Varela y Avenida Cruz, y otro en Avenida Castañares, en Lugano, donde hay una infraestructura de escuela que no funciona.

“Este año recibimos llamados de la comunidad educativa de distintas escuelas con problemas muy concretos como familias que se quedaron en la calle o que tienen que juntar plata para comer”, detalló Julieta Costa Díaz sobre los problemas que la crisis genera en la Comuna 13, donde siempre vivió una clase media con mayor poder adquisitivo. “Da mucha tristeza y bronca, pero al final las comunidades educativas organizadas y las cooperadoras se terminan haciendo cargo de lo que se debería encargar el Estado”, puntualizó.

En una realidad parecida respecto a la crisis, pero mucho más profunda, Ariel contó la situación de escasez de los comedores escolares de la Comuna 8. “Disminuyeron el presupuesto e hicieron la crueldad de que si no te anotás al comedor vía Internet, perdés la condición de acceder a esa beca”, explicó, haciendo énfasis en el trabajo de los profesores que se la rebuscan para no dejar a nadie sin comer durante el día. “También mandan raciones de comida en promedio de la asistencia de la escuela, entonces si un día van todos, diez o veinte chicos y chicas se quedan sin comida”, completó.

Cuando una maestra de escuela primaria en la Ciudad despliega por primera vez en el pizarrón un planisferio, sus alumnos, alucinados por lo inmenso que parece el mundo, aprenden la distribución de los continentes, los países, los trópicos, los meridianos y demás líneas imaginarias e interiorizan los significados de las categorías “norte” y “sur”. La geografía. Años después, en la secundaria, el profesor de la clase de filosofía decide dar vuelta el mapa y los alumnos, ahora expectantes, boquiabiertos, notan que el norte se convirtió en el sur y el sur es el norte. Argentina se encuentra arriba, a la cabeza, Tierra del Fuego domina el planisferio y Europa se hunde bajo centímetros de hipotética tierra africana. Los alumnos comprenden entonces que hay otra acepción además de la geográfica para esas viejas categorías del norte y del sur. Las ideológicas.

El territorio es subjetivo; no tiene tanto que ver con los mapas sino con la percepción que las personas hacen de su entorno. En varias escuelas se empezó a mostrar un mapa nuevo. Uno que tiene como centro a América Latina y no a Europa; que reconocer el punto en el que están parados sus estudiantes y confirman así que la división del mundo tal cual se lo conoce no es natural, ni mucho menos estática. Lo mismo se puede ver en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuyas comunas del norte presentan demasiadas diferencias con las del sur. ¿Es el sur la zona más abandonada por naturaleza o hay algo intencional en esa desigualdad?

El Centro de Salud y Acción Comunitaria N° 16 está ubicado en Barracas y es uno de los once CeSAC de la Comuna 4, cuyos barrios cuentan con la mayor cantidad de estos centros de salud de toda la Capital.

Las y los trabajadores sociales tienen la agenda muy ocupada para intentar dar respuesta a las demandas de sus localidades. La cantidad de actividades de salud, talleres y charlas dan cuenta de un intento por cubrir las necesidades primarias de los vecinos y aunque marcan una diferencia en la salud, la contención y el asesoramiento de las personas, muchas veces se siente como una curita ante la deuda que tiene el Estado con la salud y la vivienda digna.

«Lo que más se ve en La Boca son enfermedades respiratorias», explicó una trabajadora social del CeSAC N° 16. Detrás de ella, los flyers de salud sexual inundan las paredes. «El Riachuelo y los problemas de vivienda son las principales causas. En verano, por ejemplo, la descompostura estomacal es muy común por el estado del agua que toma la gente», agregó. El territorio define las condiciones de vida y si no hay políticas públicas que mejoren las principales problemáticas del barrio, la salud es la principal damnificada. Marcos Chinchilla, con respecto a la Villa 20 en la Comuna 8, resaltó el hecho preocupante de que las ambulancias no entran en la villa y esa vulneración de derechos impacta en la calidad de vida de barrios que tiene la mayor cantidad de villas de emergencias.

Las políticas públicas son centrales a la hora de la promoción de la salud. «Nos dimos cuenta que hay muchos casos de sífilis entre chicos de 16 a 24 años en la Comuna 4», explicó la trabajadora social. Entre las enfermedades de transmisión sexual, el sífilis estaba casi erradicado hace unos años; ya no era una amenaza. Ahora, este alerta revela un fracaso en las policías públicas. «Vemos que sí usan anticonceptivos, pero esto nos revela que la promoción del uso de preservativos está fallando», terminó. La Comuna 8 también sufre los efectos del Riachuelo y en materia salud es en donde más se manifiestan casos de tuberculosis en toda la Ciudad de Buenos Aires, confesó Marcos Chinchilla. Y detalló: “La manzana 22 del barrio Villa 20 es la que tiene más casos de tuberculosis a nivel nacional”.

En la Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales) que agrupa barrios históricamente de clase media y con índices altos de calidad de vida, no hay ningún CeSAC que atienda las necesidades. «No tenemos hospitales, solo el IREP, que es específico para rehabilitación y kinesiología, y el Centro de Salud Mental N° 1 que están constantemente amenazados por el gobierno que quiere usar sus terrenos para hacer negocios inmobiliarios», explicó Julieta Costa Díaz.

Los barrios de Belgrano, Núñez y Colegiales son casi los únicos que no tienen un CeSAC junto con Recoleta. «Los lugares a los que van los vecinos es el Centro de Salud N° 12, que depende del Hospital Pirovano, y el principal problema es que están colapsados porque ante la crisis, mucha gente deja de tener prepagas y pasa a atenderse en el sistema de salud público», detalló haciendo referencia a que es algo que se ve más ahora en esos barrios. «No hay suficientes vacunas, ni medicamentos y la atención al público está desbordada», concluyó.

“Tenemos un hospital, el Grierson, que se viene inaugurando hace ocho años pero sólo funciona como una salita más e incluso con menos recursos”, contó Ariel Verón. En sus reuniones con el cuerpo médico se enteraron de la falta de abastecimiento que impedían a los vecinos atenderse ahí y que finalmente provocaba la derivación al Santojanni o al Piñero que no están dentro de la Comuna 8, sino en la 9 y la 7 respectivamente. “Los CeSAC tienen problemas parecidos, no hay insumos para que los profesionales puedan trabajar como corresponde y tampoco turnos”, completó.

“La Comuna 8 tiene una población mayoritariamente humilde, así que no tienen tanto acceso a obras sociales y utilizan el servicio público que se desborda por la cantidad de personas”, contó Verón. Uno de los muchos problemas son los turnos, porque aunque sea la segunda comuna con mayor cantidad de CeSAC, como cierran a las cuatro de la tarde, mucha gente se queda sin poderse atender. “En invierno varias veces las madres tienen que hacer cola afuera, a la madrugada, para atender a sus hijos resfriados”, añadió.

En tiempos de crisis, las diferencias se difuminan porque todos los barrios se ven afectados. Ayer el INDEC reveló que el 49,6% de los niños y niñas que viven en zonas urbanas de la Argentina son pobres. Estos números, referentes a lo nacional, si bien alarmantes, nos dificultan la percepción de la problemática, que es bien concreta y cercana.

Como respuesta, la creación de comedores en toda la ciudad -tanto en lugares donde siempre hubo presencia de organizaciones sociales, como en otros caracterizados por una clase de mayor poder adquisitivo- son muestra de que todas las comunas perciben los embates de la situación actual. No obstante, es en los barrios más postergados donde la crisis puede profundizar los ya graves problemas que cargan desde hace décadas. La Comuna 8 es la más austral de toda la ciudad y es, en concordancia, la que presenta mayores deficiencias.

Paradójicamente donde el Estado posee mayor presencia, a razón de escuelas públicas y CeSAC es, a su vez, donde más se evidencia su ausencia. Cabe preguntarse, entonces, qué administración se hace de lo público y por qué las intervenciones, en lugar de solucionar las problemáticas, siguen profundizando la brecha entre las comunas. En los barrios del norte, los servicios son prestados por empresas privadas que superan en número a las instituciones públicas. El boom de lo privado parece ir en detrimento de lo público, que cada vez se pauperiza más o se abandona en pos de un negocio. El debate electoral debería marcar un camino para mejorar las instituciones públicas, que son un derecho, pero la realidad evidencia que las comunas más pobres se tienen que conformar con la ineficiencia, y las más acomodadas pueden aspirar a comprar una mejor calidad de vida.

En los discursos y promesas de campaña, la Ciudad de Buenos Aires es una sola. En la práctica y las experiencias de vida son dos: y vivir en el sur parece siempre ser un karma.

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