Aldo Sessa donó parte de sus fotografías al Museo de Arte Moderno

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El reconocido fotógrafo y artista plástico Aldo Sessa (1939) donó 60 fotografías al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, muchas de las cuales fueron parte de la retrospectiva que el espacio le dedicó en 2018 por sus 60 años de trayectoria, y representan sus investigaciones con distintas técnicas y temas como fotoperiodismo, retratos y registros de sus viajes.

Las fotografías donadas, simbolizan un “conjunto icónico” de la carrera de Sessa con fotos que van desde 1958 a la actualidad. Son “tomas” de la realidad con ese “tercer ojo” del cual habla el artista al referirse a su mirada. Los registros fueron tomados con distintas cámaras y formatos que incluyen lo analógico y lo digital.

Las imágenes seleccionadas representan muchas de las investigaciones sobre diferentes géneros fotográficos y temáticas diversas: Buenos Aires, La Boca, el Teatro Colón -del que atesora entre 1982 y 1987 casi un millón de fotos- , Nueva York y Londres, además de distintos viajes por la Argentina.

La relación de Sessa con el Museo Moderno data de 1972, cuando Rafael Squirru -fundador y primer director de la institución- escribió el prólogo para su primera exhibición de pinturas en la Galería Bonino, porque antes de dedicarse a las fotografías tuvo un período concentrado en la pintura.

Luego Hugo Parpagnoli, segundo director del museo incorporó algunas de sus obras al crear la colección fotográfica y su sucesor, Guillermo Whitelow, le dedicó varios textos y exposiciones a sus pinturas a partir de 1976, en la sede que por ese entonces funcionaba en el edificio del Teatro San Martín.

En 2018 la institución le dedicó una retrospectiva, “Archivo Aldo Sessa 1958-2018: 60 años de imágenes”, oportunidad en la que se expusieron 700 fotografías seleccionadas entre unas 800.000 imágenes, tarea que estuvo a cargo de la directora del espacio, Victoria Noorthoorn, junto al equipo de curadores.

“Se me mueve un poco el piso, estoy muy contento y muy emocionado”, de volver a un lugar como mi casa, expresó Sessa durante el anuncio de la donación que tuvo lugar hoy en las instalaciones del museo.

“Es una alegría recibir esta donación que pasa a ser un patrimonio fundante de la historia de la fotografía del museo y quiero agradecer muy especialmente a Aldo Sessa por su generoso gesto y también a su hijo Luis Sessa quién tuvo la iniciativa para que en el 2016 fuera a conocer el archivo que incluye unos 4 millones de imágenes aproximadamente”, indicó por su parte Noorthoorn.

Las imágenes que se incorporan están pensadas para poder dialogar con las obras de la colección y dar lugar a futuras muestras y curadores de otras generaciones. Entre la serie de fotos del barrio de La Boca está “Pintor de Riachuelo” (1958), hay chicos retratados jugando a “Pan y queso”, y también irrumpe el fútbol. Son todos testimonios que dan cuenta de otra de las ramificaciones de su oficio, el de fotógrafo de calle.

“Iba mucho a La Boca, lugar que me fascinaba, porque nunca pude sacarme -ni hoy- el pintor que llevo adentro”, evocó Sessa en torno a la formación pictórica que arrancó a los 8 años en el taller de Marcelo De Ridder.

“La Boca era el lugar ideal, la escenografía. Estaba muy influenciado por el cine, por los grandes directores italianos de esa época. Encontraba la misma luz. Me trastornaban los óxidos. En el Riachuelo me parecían maravillosos los reflejos. Recién ahora me di cuenta de que los reflejos son tan fabulosos porque el Riachuelo es oscuro, es marrón. Todos los sábados me los pasaba en La Boca en la búsqueda de tantas cosas que existían”, relató con entusiasmo.

Más adelante en la recorrida, el fotógrafo resumió algunas claves de su arte: «La fotografía es cuestión de mirar. El secreto no es la técnica, es el ojo, y la decisión de hacer clic, es muy simple”, precisó.

La foto de una esquina con graffitis le dio pie a contar que “El Abasto era genial, lo que estaba escrito en los camiones, o que era todo el caos. Yo hubiera prefiero el Abasto vivo que el supermercado que hay hoyque no emociona a nadie”, señaló crítico.

El fotógrafo evocó también sus primeros contactos con el fotoperiodismo, que descubrió cuando a los 17 años comenzó a colaborar con La Nación. “Me encantó descubrir la tensión y el peligro, siempre me atrajo mucho, me dio mucha adrenalina y me encantó estar en la rosca hasta que aguantaba, hasta que entraba en pánico”, relató. Y agregó: “Me encanta meterme, sin decir nada ni pedir permiso”.

Los retratos de escritores y artistas como Manuel Mujica Lainez, Oscar Araiz, Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges, Julio Le Parc y Enrique Cadícamo, así como el muchacho que vende globos y otros rostros como el de la mujer de Birmania que fuma un habano, son otra faceta notable de su obra.

En 2018 Sessa adelantó cinco retratos a esta donación que se concreta ahora que están expuestos en el primer piso del Museo: son los de Rafael Squirru, Nicolás García Uriburu, Federico Peralta Ramos en el Florida Garden, Alberto Heredia y la fotógrafa Annemarie Heinrich con su cámara.

Otros temas destacados que exploró a lo largo de su trayectoria fueron “Los festejos del Mundial” (serie registradas tanto en 1978 como en 1986), una protesta de Madres de Plaza de Mayo (1981) o el Obelisco reflejado en un charco de agua, así como Nueva York es otro de sus temas preferidos.

“La foto se puede seguir haciendo con todos los avances digitales que hay muchos -indicó Sessa-, y es muy útil para muchas personas. Yo no necesito hacer una foto trucada. Tengo el orgullo de resolverlo todo en la toma. Mi técnica es muy básica, me manejo con la técnica de siempre. Me concentro mucho. Estoy encerrado en mi cápsula y con todos los sentidos puestos en lo que estoy haciendo”.

Según relató, la donación «representa una forma de cerrar un circuito, de mostrar«, en tanto la directora del Museo de Arte Moderno señaló: “La construcción de un patrimonio es la construcción de la futura memoria y del futuro conocimiento y la investigación sobre la historia del arte. El museo está muy agradecido de poder completar la representación de la obra de Aldo en su acervo”.

Con su Leica colgada del hombro, y el celular a mano, Sessa relató también que tiene 1800 retratos realizados. En una nota periodística de un medio de Estados Unidos -hace unos años- se informaba paradójicamente que no tenía retratos entre sus obras y esto lo llevó a querer indagar cuántos había hecho en realidad.

El fotógrafo es autor también de libros como “Fantasmas para siempre” con textos de Ray Bradbury e ilustraciones del propio Sessa (1980), “Almas, Ángeles y Duende del Teatro Colón” (2003) y «Cosmogonías de Jorge Luis Borges», entre muchos otros.

El Museo de Arte Moderno cuenta en su patrimonio con tres serigrafías del fotógrafo («Geoda», «Eterno retorno» y «Elemento azul»)-, la pintura “Existing without being” (Existir sin ser, 1975, acrílico, 1975) y fotografías de “Cebra” y “Silos Puerto Madero”.

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