Buenos Aires SOS

Tras un viaje terrestre de 5 días, haciendo 2.700 kilómetros desde Argentina hasta Brasil, la elefante Pupy, la última que habitó la provincia de Buenos Aires, arribó finalmente al santuario del Mato Grosso, donde desde ahora vivirá sus últimos años en libertad. Las imágenes de su periplo, compartidas en las redes sociales del Ecoparque porteño, donde vivió varios años, conmueven desde este martes a los usuarios.

Al llegar al lugar situado en Chapadas Dos Guimarães, Pupy comenzó a analizar el nuevo ambiente desde dentro de la caja de traslado, y con el pasar de las horas, tímidamente, se animó a salir.

Para trasladar al animal africano se implementó un estricto protocolo, adaptado a las normas sanitarias. Durante todo el trayecto estuvo acompañada por su equipo de cuidadores y veterinarios.

La elefante africana, de 35 años, había arribado al Zoológico de Buenos Aires en mayo de 1993. Su derivación se dio en el marco de un proyecto en conjunto entre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Santuario de Elefantes de Brasil y la Fundación Franz Weber.

El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, agradeció y felicitó al equipo que trasladó a Pupy: «Fue el último animal de gran tamaño que derivamos y ahora tendrá una mejor vida».

«En el Ecoparque tenemos un Hospital Veterinario de Fauna Silvestre, donde brindamos atención médica a los animales que llegan de rescates que se hacen en todo el país, hasta que se liberan o trasladan«, agregó. El traslado es el número 1.010 que ejecuta el Ecoparque desde el fin del Zoológico de Buenos Aires en 2016.

Actualmente, el santuario alberga a cinco elefantas asiáticas: Mara –también proveniente del Ecoparque, vive allí desde su traslado en 2020–, Guillermina, Rana, Maia y Bambi. En tanto, Pupy, siendo una elefanta africana, no compartirá espacio con ellas debido a las diferencias naturales entre ambas especies. Sin embargo, tiene más de 50 hectáreas para vivir libremente.

El Santuario de Elefantes de Brasil es el primer refugio de este tipo en América Latina y está gestionado por la organización Global Sanctuary for Elephants (GSF) en conjunto con Elephant Voices.