Renuevan la fachada del Mercado del Progreso en Caballito

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La fachada del tradicional Mercado del Progreso de Caballito fue restaurada para volver a ser lo más original posible. Con la puesta en valor del icónico espacio barrial, apenas se nota que el lugar, de 4000 m2, tiene 130 años de vida. Además de la renovación de las paredes externas, se mejoró la iluminación del inmueble que sobresale en Del Barco Centenera y avenida Rivadavia.

Los trabajos encarados por el ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la ciudad consistieron en la limpieza del frente del edificio hasta llegar al tono original. Se repuso el material símil piedra y se recuperaron los premoldeados existentes. «Quedó muy bien. Bastante parecido al estilo original», resalta un trabajador del mercado.

Además, se intervino el trabajado cartel principal para que exhiba las líneas depuradas y sus destacadas letras en art decó. Se removió la pintura azul de las letras para reponer el color original y se instaló una nueva iluminación de tipo LED, junto a la renovación del cableado de la zona.

Dentro del mercado, se realizó un reordenamiento administrativo de los locales comerciales y se unificaron los criterios arquitectónicos y estéticos de los mismos, lo que permitió unificar y potenciar la estética de todo el espacio interno. «Esta obra es muy importante, no sólo para el barrio, sino también para las más de 195.000 personas que transitan a diario por el lugar. Con estas tareas buscamos devolverle el atractivo turístico al sector y generar nuevos puestos de trabajo», enfatizó la ministra Clara Muzzio.

 

Un poco de historia….

No hace tanto tiempo! Los vecinos, en lugar de ir al supermercado cuando había que hacer las compras, iban al mercado del barrio. El ¨Mercado del Progreso¨ es uno de los pocos mercados históricos que se conserva aún en Buenos Aires. Todos los puesteros que vas a encontrar, son especialistas en lo suyo y atienden con gusto a los vecinos que se acercan a comprar y, por qué no, a conversar un rato.

El mercado fue inaugurado el 9 de noviembre de 1889, construido por la Sociedad de Progreso de Caballito por iniciativa del entonces Presidente Miguel Juárez Celman y bendecido por el Padre de Flores, padre De Vita. Contó también con la presencia de dos bandas musicales y culminó con una reunión en el hotel Roma. En ese entonces, se alzaba en la esquina de las calles Rivadavia y Silva, actualmente Del Barco Centenera. El estilo arquitectónico es de neto corte funcional, con una gran cubierta metálica al estilo de los mercados de París, lo que permitía grandes espacios libres. Se podía entrar en carros tanto por la calle Rivadavia, por Silva, o por el pasaje Coronda. Los espacios descubiertos se cubrían con toldos. Constaba de dos niveles, en la planta baja había locales comerciales externos, un pabellón central con cuatro naves y dos galerías laterales. En la planta alta había 1200 metros cuadrados de viviendas. A pesar de no ser demasiado espacioso, tenía la amplitud para el servicio y excelentes comodidades. Las condiciones de limpieza y de ventilación, gracias a su cuidada orientación, eran novedosas para la época.

En total había 53 puestos. En el pabellón central de 6,50 metros de altura se vendían exclusivamente las carnes por ser el área de mejor ventilación por la falta de paredes, igual que en la actualidad. Una de las galerías laterales se proveyó de anchas tablas de mármol y fuentes con circulación de agua constante para la venta del pescado fresco. En las restantes galerías se vendían las hortalizas y frutas y, al frente, había amplios almacenes. Se proveyó agua por medio de dos fuentes ubicadas en el centro del pabellón, bajo el centro de la cúpula, que abastecía también, a los departamentos de la planta superior.

Con la transformación del barrio el mercado se convirtió en un espacio de gran movimiento para los vecinos tanto de Caballito como de Almagro y Flores. Muy pronto se ocuparon cientos de puestos al aire libre cubiertos por toldos pertenecientes a trabajadores inmigrantes.

El mercado fue cerrado y reabierto en varias oportunidades. Una de las reaperturas fue por reformas en 1894. El 13 de enero de ese año, don Santiago Cangallo quien era el propietario, comunicó que el día viernes ¡ofrecería carne a las familias indigentes!, este acto quedó en el recuerdo de los vecinos. Con el tiempo se fueron introduciendo reformas: en los años ’20 se incorpora el Pasaje Coronda como calle interna de servicio, donde se instalan las cámaras frigoríficas. Entre 1929 y 1930 se reforma la fachada con ornamentación a la moda de la época aunque combinando con los elementos clasicistas del frente sobre Centenera. Se incorpora en el frente un reloj y el nombre del mercado en estilo Art decó.

El mercado pasa de la primigenia sociedad anónima a manos de un único dueño, luego en los años 50 y 60 hubo inquilinos. En 1957 sufre una crisis, que resulta en un acuerdo entre la familia propietaria y los puesteros arrendatarios, mediante el cual los últimos forman una sociedad anónima y compran el predio, para hacerse cargo de su explotación comercial hasta nuestros días. Hoy el edificio mantiene su fisonomía histórica porque ¡afortunadamente! Las modificaciones arquitectónicas que realizaron los distintos propietarios no alteraron la estructura original del mercado.

El mercado fue declarado sitio de interés cultural en 2001 por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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