Julio Le Parc: el espectador como partícipe

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(Por Luciana Morcillo) Con motivo del nonagésimo cumpleaños de Julio Le Parc se organizaron homenajes a su trayectoria, en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural Kirchner (CCK) y el Teatro Colón.

Le Parc nació y vivió en Mendoza hasta 1942, cuando se mudó a Buenos Aires con su familia, y estudió en la escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, cuyo centro de estudiantes presidió. También formó parte del Consejo Escolar. Allí terminó sus estudios y recibió una beca para continuar sus estudios en Francia, donde realizó toda su obra y tiene actualmente su domicilio.

Su búsqueda artística está ligada a las corrientes estéticas denominadas arte óptico y arte cinético, que innovaron tanto en el terreno de lo formal como en lo conceptual, por sus investigaciones sobre el color y la luz, y sus efectos en estado de quietud y movimiento.

Formó parte del GRAV (Groupe de Recherche d´Art Visuel) junto con Horacio Demarco, Francisco García Miranda, Horacio García Rossi, François Molnar, François Morellet, Sergio Moyano Servanes, Francisco Sobrino, Jöel Stein y Jean-Pierre Yvaral. Este grupo promovió una modificación conceptual del rol del espectador, como partícipe, incitándolo a la reflexión y a la libertad, experiencia que contrastaría con la realidad cotidiana de opresión y dependencia.

En 1968 participó como tantos otros artistas del Mayo Francés, lo que le valió la expulsión de Francia por cinco meses. Estuvo también entre los intelectuales y artistas que denunciaron las dictaduras militares en América Latina. La muestra da cuenta de esta participación del artista con la inclusión de las obras sobre la tortura, y los juegos o experiencias participativas, donde su mirada es clara y literal.

La muestra

La obra de Julio Le Parc es impactante. En la muestra del CCK, en cuatro pisos diferentes y abarcando muchas salas, pueden verse hasta noviembre ciento sesenta obras de este artista mendocino consagrado en todo el mundo. La curaduría de la obra propone un recorrido inteligente; el trabajo curatorial es excelente y exhaustivo.

Las fotos y los videos que puedan verse de su obra no son capaces de reproducir lo que sucede con la obra en presencia, la fuerza de los colores y las formas, ya sean fijas o en movimiento.

Depende del lugar desde donde se mire, abriendo y cerrando los ojos, o mirando a través de la cámara del teléfono celular, muy recomendado, se pueden descubrir ricas variantes en la experiencia estética tanto en las obras pictóricas como en las escultóricas o las de movimiento de la luz, donde juegan los espejos, las pequeñas placas o cintas de acrílico o metal y algunas telas.

El cuarto piso está dedicado a juegos o experiencias participativas: allí se puede jugar a los dardos y darle a un imperialista, un capitalista, un militar, un intelectual neutral, un policía o un indiferente, en ese orden desde el centro hacia afuera. También se puede golpear unas enormes bolsas con dibujos de los mismos personajes, incluyendo algunos artistas. Tocar botones y hacer mover y sonar unas obras mecánicas empotradas en la pared, mirarse en unos espejos con la superficie fragmentada de distintas maneras y sacarse selfies graciosas, pisar un piso de cuadrados inestables y tratar de empujar una pelota colgante y pegarle pelotazos a un personaje con una galera con la bandera norteamericana son algunas de las experiencias lúdicas que propone la obra.

Julio Le Parc, el visionario, se llama esta retrospectiva de su extensa obra. Hay que hacerse un tiempo para verla.

La exhibición está abierta al público hasta el 10 de noviembre, de miércoles a domingos y feriados, de 13 a 20. Los miércoles el acceso es gratuito. El resto de los días, tiene una entrada general de $100 que se puede adquirir allí mismo; y sin cargo para estudiantes, docentes y jubilados con acreditación y menores de 18 años.

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