Subastan cartas escritas por Carlos Gardel

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Se trata de sietes misivas dirigidas a su amigo íntimo José Razzano. Además el lote contenía un telegrama, el manuscrito original del tango conocido como «Poncho del olvido» y otros documentos personales.

El lote, que será subastado por Remates Corbo en Montevideo, está integrado por siete cartas -algunas escritas de su puño y letra-, además de un telegrama, el manuscrito original del tango conocido como «Poncho del olvido» y otros documentos personales.

Las cartas, todas dirigidas a su íntimo amigo y administrador José Razzano, «tienen un valor de investigación», dice Eduardo Corbo, dueño de la casa de remates.

«Vemos un Gardel emocional, fraterno, una veta de Gardel poco conocida», agrega.

Casi todas las cartas, que pertenecen a los descendientes de un adinerado coleccionista uruguayo fallecido, corresponden a la década de 1920, cuando Gardel forjaba con audacia su fama en Europa.

Eran «los años locos. El tango empezaba a gustar», añade Corbo, rodeado de obras de arte en una antigua casona de la Ciudad Vieja que alberga su galería.

En seis hojas blancas escritas con una caligrafía clara y grande y fechadas en Mallorca, España, «Carlitos» relata como llevaba «un tren de gran bacán» y se relacionaba con lo mejor de la sociedad parisina, pero también explica que invertía su dinero en hacerse «propaganda, afiches, clichés». Cuenta además que mandó confeccionar una «cortina de seda» para sus presentaciones.

«He andado de un lado al otro, en fin, la cuestión es no mostrar la hilacha, pues me creen que trabajo porque me da la gana», confiesa a su amigo mientras le comparte sus preocupaciones por los ingresos o le reprocha a Razzano su vicio por las carreras de caballos y las deudas que esto les conlleva.

En las comunicaciones, Gardel deja ver la atracción que ejercía sobre las mujeres. Entre los amoríos que confiesa está el de una pudiente empresaria de Buenos Aires a la que llama «La Pajarito».

«Vos ya sabes el vento (dinero) que tiene, y está enamorada loca», narra Gardel en tono pícaro e incluso pide a su amigo que le mande un telegrama para engañar a la mujer y evitar que ésta se embarque con él desde París hacia Buenos Aires, adonde, dice, no puede llegar en su compañía.

En estos relatos también se puede ver la antipatía que sentía por su guitarrista José María Aguilar, una de las pocas personas que sobrevivieron al trágico accidente aéreo en el que murió Gardel, en la cúspide de su fama, en junio de 1935 en Medellín, Colombia.

 

 

 

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