PLAZA CONGRESO, ÁGORA PORTEÑA

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Buenos Aires Sos (BAS9.- Julio 2008.- (Por Gabriela Sharpe).- Buenos Aires viva. Demostrando, una vez más, su dinámica.
Buenos Aires polémica. Fueron días de discusión, de debates, de ingenio y sobre todo, de pasiones.

 

Los jóvenes secundarios tuvieron la oportunidad de vivir clases  extracurriculares de educación cívica. En la Plaza del Congreso se enteraron, sin acartonamiento académico, de la función de un vicepresidente de la Nación.

A los jóvenes porteños se les cayó la ficha de que no es  «¡El Campo, ese lugar donde los pollos se pasean crudos!»
(Cortázar).

Los ciudadanos discutieron sobre las retenciones. En las carpas se podía escuchar diferentes posiciones, dichas, algunas veces, a voz en cuello, otras buscando argumentos más convincentes.

La sociedad se movilizó, para un lado y para el otro, nadie quedó de «dorapa» en alguna esquina. Hasta el más otario no quizo hacerse el distraído.

Al fogón se acercaron los infaltables turistas, siendo los jóvenes los más entusiastas, entre fotos y filmaciones, escuchaban azorados las disputas de transeúntes, que dejaron sus charlas de café, por esta oportunidad de sentirse partícipes.

David, oriundo de Barcelona, entre foto y foto, afirmó que «en España no se dan este tipo de intercambios, el único que él vivió fue la multitudinaria manifestación en contra del atentado en Atocha, en el 2004.» Consideró esto como una lección de vida.

Mientras que la sociedad vibraba, los llamados medios de comunicación informaban sobre el clima de tensión reinante en la Plaza del Congreso, reiterando hasta el infinito el caos vehicular que esto provoca.

Ahora bien, es saludable que el caos no se haya circunscripto  al tránsito. Caos es desorden, confusión, esto genera movimiento, incertidumbre, lo nuevo y lo viejo conviviendo, y el movimiento genera vida.

Esos días y noches de tertulias y polémicas , de marchas y contramarchas, de bombos y choripan, hicieron crecer a la sociedad, que salió del letargo de la apatía, y se vio ,nuevamente,algo que es su sello marcado a historia: Buenos Aires Viva.

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