Nosotras paramos

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Nos habían arrebatado nuestro día, pese a la resistencia de muchas hermanas. El mercado lo transformó en ofertas de peluquería o shopping.

Y así se olvida que el 8 de Marzo es la fecha para pensar nuestra opresión en la cultura, para interrogarnos sobre las discriminaciones que sufrimos pero naturalizamos, sobre las responsabilidades ante ellas: las de los hombres que discriminan y desprecian pero también las de las mujeres que, dándonos o no cuenta, aceptamos o hasta transmitimos esa discriminación.
Un día para pensar el patriarcado y el falo-logocentrismo y para proponer otra cosa juntándonos amorosamente entre nosotras.
Un día para entender, al juntarnos, que mucho que nos ocurre a cada una y creemos (porque nos lo hicieron creer) que se debe a que somos «conflictuadas» o «locas», nos ocurre en realidad a casi todas, y se debe, simplemente, a esa incomodidad, ese vivir contrariadas constitutivo en que nos pone el patriarcado.
Un día para pensar nuestras diferencias, para comparar los diversos modos de opresión que nos atraviesan por ser mujeres en diferentes clases sociales.
Para solidarizarnos por eso, porque somos mujeres. Incluso si en otros aspectos cruciales podamos estar en veredas diferentes.
Para hacer que los hombres nos escuchen: nuestros compañeros, padres, hermanos, hijos, los que conviven con nosotras en espacios de trabajo, los que nos cruzan por la calle. Proponer otro contrato, imponerlo si no queda más remedio.
Un día para pensar cómo sería el mundo si las exigencias que torturan a cada género pudieran reformularse. Y para preguntarnos cómo aportamos a eso.
Para entender que el sexismo mata, que hay un hilo conductor entre el tipo que te humilla escupiéndote un te chupo toda por la calle y el femicida, aunque no sean lo mismo.
Para recordar que las obreras que murieron quemadas un 8 de Marzo a comienzos del siglo pasado pedían una reivindicación elemental que sin embargo todavía está pendiente: recibir igual paga que los hombres, a igual trabajo.
Para pensar por qué será que hoy, en el capitalismo salvaje, más del 40% de la clase obrera mundial son mujeres, y son mujeres menores de 30 años más del 80% de la clase obrera que trabaja en condiciones de semi-esclavitud, en las zonas francas del planeta.
Para subrayar que el 8 de Marzo NO es el Día de la Mujer «trabajadora» sino el Día de la Mujer, el de las proletarias, burguesas, lo que sean. Ángeles Rawson, la adolescente femicidada de Barrio Norte, no trabajaba.

Tampoco Nora Dalmasso, la burguesa del country cordobés que apareció desnuda y ahorcada en una cama y fue condenada socialmente porque tenía sexo con quien quería.
¿El 8 de Marzo no vamos a recordar el derecho a no morir por ser mujeres? ¿El derecho de la empresaria a que no la golpee el marido cuando vuelve del trabajo? ¿El de la rica heredera a que el novio no le administre la fortuna? ¿El de la política de cualquier orientación a que no la ningunee su partido?

 

HAY ALGO PARA LO QUE NO ES EL 8 DE MARZO: No es un día para que nos traten como a taradas consumistas. Depende de nosotras.
¡NI UNA COMPRA EN UN SHOPPING. NI UNA OFERTA APROVECHADA!
¡Que los negocios estén vacíos porque estamos marchando todas juntas!

(Por Elsa Drucaroff)

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