MACRI Y OTRA ORDEN DE DESALOJO CONTRA UN COLECTIVO CULTURAL

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Buenos Aires Sos.- Abril 2009.- (Por Esteban Vera).- Así como el turno anterior fue para el movimiento Afrocultural Bonga, ahora los participantes del Centro Kultural Trivenchi, cuna de la tradicional compañía circense, se ven frente al mismo problema: una orden de desalojo del galpón que ocupan en el barrio de Constitución en un plazo de diez días, otra vez firmada por el jefe de Gobierno porteño.

 

“Hace unos días recibimos una orden de desalojo de (Mauricio) Macri y en cualquier momento aparece la ‘gorra’. Pero no nos vamos a ir”, sostuvo con la voz firme, aunque a veces quebrada, el clown Pablo Morizio, de nariz redonda y negra y un pequeño sombrero hongo, hacia el final de la función-protesta. Lo escuchaban unos cien vecinos que se acercaron al galpón del Centro Kultural y Cooperativa de Trabajo Trivenchi (avenida Caseros 1712, Constitución) el domingo pasado para rechazar la medida decretada por el jefe de Gobierno porteño. Es que el 31 de marzo pasado recibieron la orden de abandonar el predio en un plazo de 1o días hábiles.

El día D se acerca: tienen tiempo hasta el jueves 16 para torcerle el brazo a la administración PRO. O, en su defecto, para preparar la resistencia. Claro, siempre con sonrisas. Pero mientras tanto, están en la cuerda floja, como lo estuvieron seis años atrás. “Es un atropello de Macri al trabajo cultural que estamos haciendo hace seis años en el barrio”, afirmó frente a Agencia NAN Darío Ramos, presidente de la cooperativa Trivenchi (CKT). Por lo pronto, ningún funcionario se acercó al predio a informarse sobre la tarea que los cirqueros llevan a cabo desde 2003. El desalojo fue dispuesto por el Decreto 163 y lleva las firmas de Macri; del jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta; y de los ministros de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro; de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal; y de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Días atrás, los cooperativistas del CKT reclamaron por escrito en la Jefatura de Gobierno que deje sin efecto la orden de desalojo. Aún no obtuvieron respuesta.

La charla con Darío transcurrió en el interior del CKT, un galpón de techo de chapas negras y vidrios, con paredes pintadas con grafittis, mientras un puñado de cirqueros ensayaba piruetas y coreografías en las alturas o sobre colchonetas y otros juntaban firmas para rechazar la expulsión (ya reunieron más de tres mil). Sentado sobre el primer tablón de las gradas de la sala del circo, Darío insistió contra la intención del gobierno de la Ciudad: “Es un nuevo atropello de Macri a la cultura”.

El centro cultural y la cooperativa son más conocidos como Circo Trivenchi en el barrio y en el ámbito artístico. “Este es un centro cultural abierto a la comunidad. Las actividades y los talleres son a la gorra, más un bono contribución de 15 pesos mensual, puesto que no recibimos ningún subsidio”, explicó el clown Pablo, 30 años, 10 de cirquero. En el CKT se llevan adelante talleres de malabares, acrobacias, danza, expresión corporal, teatro, tango, yoga, tela, palos chinos y clown, entre otros. Hace dos años que Pablo da clases de verticales y palos chinos: “Nosotros vivimos de esto. Y con ese dinero recaudado, además, mantenemos el espacio, que estaba en muy malas condiciones”, contó.

Por el Circo Trivenchi pasan de 400 a 500 personas por mes. No sólo vecinos. Incluso jóvenes extranjeros asisten a los talleres. “Es un centro de capacitación con salida laboral. Varios de los artistas que pasaron por acá están trabajando en Europa”, pinceló Darío. Del Trivenchi salió, por ejemplo, el payaso Mariano Di Yorio, contratado por la compañía canadiense del famosísimo Cirque du Soleil. También el clown y acróbata Claudio Arias, vestido de panadero con nariz redonda y roja, contratado, en noviembre pasado, para dar una clínica de acrobacias en Holanda y trabajar en un circo.

El proyecto del CKT nació en 2001, cuando un grupo de cirqueros ocupó un viejo galpón mecánico de Villa Crespo (Vera 195, esquina Lavalleja). Dos años y medio después lo convirtieron en una cooperativa y centro cultural. Sin embargo, tras una denuncia penal por usurpación, fueron echados. Con el apoyo de los vecinos lograron, posteriormente, que el gobierno porteño les cediera un antiguo predio en Constitución: “Ahora dicen que estamos ocupando el lugar, pero las llaves del galpón nos las dieron las autoridades. Lo que pasa es que nos dieron un contrato precario y nunca pudimos firmar un comodato”, reconoció Florencia Jaul, instructora de acrobacias, tela y trapecio.

El convenio fue firmado en 2003. El circo comenzó a arraigarse en el barrio. Con mucho trabajo y esfuerzo, repararon y acondicionaron la edificación. Y fundaron una sala de circo urbano, sin carpa ni animales. Allí, todos los domingos los “trivenchis” ofrecen funciones a la gorra. “Este espacio es fruto de todo nuestro esfuerzo y del camino de autogestión e independencia que elegimos”, concluyó con orgullo Darío. El CKT, además, dio funciones en Buenos Aires, Santa Fe, Chubut y Santa Cruz; y en Brasil, España y Holanda.

Cuando visitan hospitales, cárceles, institutos de menores y centros de días, muchas veces encuentran resistencia. “Cada vez que vamos a las cárceles, por ejemplo, nos reciben con ganas de echarnos. Solo vamos a entretener un poco a esas personas privadas de libertad, para que puedan olvidar un rato que están ahí”, lamentó Darío. Mientras tanto, en el circo continúan trabajando con la meta “de lograr la integración social a través del arte”, apunta Darío.(Fuente www.agencianan.blogspot.com )

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