LANZAN EL MAYOR RELEVAMIENTO DEL PATRIMONIO ARGENTINO

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Buenos Aires SOS.- 28 de septiembre de 2011.- (Por Mónica López Ocón).- Es el primer tomo de una serie de cuatro que abarcan el desarrollo de la arquitectura nacional desde 1810 a 2010. Incluye todas las regiones del país, todos los estilos arquitectónicos y releva bienes públicos y privados.

«Este no es un libro de fotos para que una señora gorda lo tenga en su coffee table. Nuestra intención era otra: que las buenas fotos estén pero, que al mismo tiempo, atrás hubiera un trabajo de relevamiento y de investigación que no suelen tener los libros que señalaba.” Con estas palabras iniciales el arquitecto Alberto Petrina, director nacional de Patrimonio y Museos, presentó Patrimonio Arquitectónico Argentino, Memoria del Bicentenario (1810-2010), el primero de cuatro volúmenes que reúnen “el corpus más completo y extenso de obras de valor patrimonial realizado hasta la fecha, ya que abarca la totalidad de las regiones del país y de los períodos, temáticas y estilos arquitectónicos, así como todas sus diversas categorías: oficial y privada; civil, religiosa y militar; urbana, suburbana y rural.”

Según Petrina, sin este tipo de documento es imposible elaborar diagnósticos definitivos sobre el patrimonio, por lo que la edición no es un “mero gusto editorial” sino un instrumento clave para un tema como el patrimonio que está en la agenda política nacional. Las administraciones nacionales iniciadas en 2003 llevan realizada la mayor inversión de la historia argentina en materia de puesta en valor y restauración del patrimonio arquitectónico y artístico.

Detrás del libro hay un importante grupo de investigadores y de fotógrafos. La obra cuenta con la dirección académica de Ramón Gutiérrez y Alberto Petrina, la coordinación general de Sergio López Martínez, y tiene su anclaje técnico en diversos puntos de apoyo. Por un lado, se destacan los aportes de especialistas de renombre internacional, como los convocados para el primero tomo –entre otros, el propio Gutiérrez–, a quien se suman Myriam Tarragó y Alberto Nicolini. Por otro lado, se incluyen las experiencias de investigación de las cátedras de Arquitectura Argentina (Larrañaga-Petrina) y de Historia de la Arquitectura y del Arte, presidida actualmente por el segundo, ambas de la FADU-UBA. A esto se suman los valiosos aportes de destacados especialistas de todas las regiones del país.

Entre las expectativas de Petrina respecto del trabajo realizado se cuentan fundamentalmente dos: que el libro sea el comienzo de investigaciones cada vez más minuciosas y que abra el camino a nuevas declaratorias patrimoniales.

Este primer tomo comienza en 1810 e incluye hasta 1880, “un año clave por la federalización de Buenos Aires y por el triunfo de la generación demoliberal”. El segundo abarca de 1880 a 1920; el tercero, de 1920 a 1960; y el cuarto, de 1960 a 2010. Todos ellos, señala Petrina “están perfectamente contaminados por la política, como debe ser, no son libros asépticos”. Como dato remarcable del tercer tomo que está en elaboración señaló que la arquitectura del período peronista equivale en volumen a lo producido desde la segunda presidencia de Roca hasta el ’46, dato “que está borrado de la historia de la arquitectura argentina con toda intención”.

Ramón Gutiérrez se refirió a las particularidades arquitectónicas del siglo XIX marcado tanto por la continuidad de lo colonial como por el cambio introducido por las diferentes inmigraciones que, con su aporte, modificaron la arquitectura. Entre los cambios también mencionó el hecho de que la escuela y el hospital dejaran el convento para generar espacios propios, la viejas iglesias matrices pasaran a ser nuevas catedrales y que los cabildos dieran paso a las casas de gobierno. “Tal vez no se trate del período más fuerte –señaló– pero sí de un período muy rico respecto de aquello que persistió.” Y agregó: “Hemos relevado hasta los últimos pueblitos en los que hay pequeñas capillas que no habían sido consideradas como parte del patrimonio. Hemos hecho un relevamiento de aquello que queda y en los artículos  hemos señalado también aquello que perdimos para que se entienda que en el proceso de criba, las arquitecturas ausentes también forman parte de la cultura.”

Por su parte, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, señaló que cuando fue convocado por la presidenta para desempeñar su cargo, esta le manifestó el deseo de que el Bicentenario no fuera un mero festejo, sino una verdadera conmemoración, es decir un aporte a la construcción de la memoria colectiva. “Ella ha dado pruebas acabadas, por fuera de lo ideológico y político, de amar y valorar el patrimonio logrando cosas que a veces me parecen increíbles, como el rescate del mural de Siqueiros o el viejo edificio del Ministerio de Obras Públicas, que yo pensé que iba a ser una especie de vergüenza permanente enclavada en la avenida más destacada de la Ciudad. Y ni hablar del rescate de la Casa de Gobierno, donde ha sido recuperado cada espacio, a lo que hay que agregar la recuperación de la Aduana vieja y de lo que quedó del viejo fuerte y la construcción. Se está realizando el mayor trabajo de recuperación patrimonial que se recuerde en más de medio siglo como parte de un plan consciente y elaborado. Para poder continuar lo que tiene pendiente, era necesario contar con el relevamiento que hoy se muestra en este libro. Pronto se va a anunciar una segunda etapa que no voy a detallar ahora, pero estamos relevando cuáles son las prioridades de recuperación. Esta no es una tarea de la Secretaría de Cultura, es la tarea de un gobierno. El período del Bicentenario va a ser recordado también como el de mayor construcción de espacios específicamente destinados a la cultura. Hasta hace poco tiempo, la Avenida Santa Fe era una divisoria de aguas: las construcciones culturales estaban de un solo lado. Es nuestro deber cuidar y proteger esos palacios y edificaciones importantes como Francia cuida sus propios palacios a pesar de haber decapitado a Luis XVI. Esos palacios nos llenan de orgullo y son parte de nuestro patrimonio y se deben al trabajo de los argentinos –plusvalía mediante–, pero estamos orgullosos de que así como la recuperación patrimonial tiene un carácter federal, la apertura de nuevos espacios culturales también la tenga. Me sorprende no haber visto prácticamente en los medios fotos de las casas del Bicentenario, de las que se han proyectado 100 y se han inaugurado ya 21. La primera se inauguró en Milagro, un pueblo de La Rioja de 4000 habitantes. Se estás construyendo una casa del Bicentenario en la Villa 21. Aquí lo patrimonial se suma a la disposición de nuevos ladrillos para la cultura.”

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