FANTASÍA Y CONCIENCIA

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Buenos Aires Sos.- Diciembre 2008.- (Entrevista publicada en Revista Acción en 1970).-Después de un largo olvido sobreviene el reconocimiento público para uno de los mayores poetas argentinos. Cuando la fantasía y la conciencia del hombre marchan de la mano. Una conducta.

 

Cuando la Fundación Odol otorgó el Premio Sixto Pondal Ríos a Raúl González Tuñón, se hizo algo de justicia a uno de los mayores poetas argentinos. Un talento reconocido por todos, pero oficialmente ignorado o postergado. Un hombre admirado por los jóvenes, valorado por otros hombres de letras, ejemplo para muchos, que una vez hace una década estuvo a punto de ser  ganador del Premio Nacional de Poesía, pero el jurado decidió que no podía otorgársele porque estaba «muy jugado».

González Tuñón, periodista, obtuvo en 1970 el reconocimiento que se le debía, aunque todavía los argentinos estamos en deuda con él.

Con la calidez infatigable de sus versos, con su profunda sensibilidad,con su trabajo de muchos años y su gran talento que allá por 1923 hizo escribir a Luis Emilio Soto en el desaparecido diario Crítica:«En el puerto, en el suburbio, en el conventillo, encontró los motivos de sus poemas.  Raúl González Tuñón, que apenas tiene 20 años, es un digno sucesor de Carriego».

Dialogar con R.G.T resultó agradable, fácil.  Palabra ligera, fluida.  Como sus versos.  La curiosidad nos llevó a la primera pregunta, simple, prosaica.

– ¿Qué hace un poeta cuando recibe un millón de pesos?

-Paga deudas…Arregla la casa un poco, y ya queda poco. No olvide que el periodista es, después del maestro, la profesión peor paga del país.

-¿Cuándo comenzó a escribir?

Ya en la escuela primaria hacía versos. A los 16 años terminé mi primer verso. Se llamó El violín del diablo y fue editado en 1926.  Dos años después gané el segundo premio Municipal con Miércoles de ceniza y me fuí a Europa. Hace dos años la Fundación  Argentina para la Poesía me honró haciéndome compartir el primer premio con ese gran poeta que es Juan L. Ortiz.  Aquí se produjo una suerte  de deshielo, después de muchos años en que parecían no querer acordarse de mí.

El olvido pudo tener motivaciones políticas…

Algo de eso hay…A veces el miedo es mayor del que se debe tener. Por eso este último premio que gané es una lección para esa gente. Además no todos mis poemas tienen contenido social, e incluso la mayoría son puramente líricos. Sin embargo, me postergaron muchos años, aunque la verda no lo sentí tanto porque la gente joven que me rodeó fue un gran estímulo para mí.

-¿Qué le sugiere el Premio Sixto Pondal Ríos?

Pienso que es el estímulo definitivo al cabo de tantos años. Con Pondal Ríos nos iniciamos en la misma época en literatura y periodismo. Yo era del grupo de Florida y él de Boedo. Nosotros con nuestra inquietud formal y ellos con su inquietud social.  Anduvimos juntos hasta que el tiempo nos separó. Me fuí varias veces del país y jamás nos volvimos a encontrar. Pensar que en 1929 hicimos juntos nuestro primer viaje a Europa…Creo que Pondal Ríos era el poeta de mayor talento de mi generación, que derivó hacía otra actividad porque le convino más.

¿Pensaba que podía ganar este premio?

Uno siempre cree…Lo que pienso es que el mismo Pondal Ríos era quien me lo daba, con todo respeto para la jerarquía del jurado. Sentí en esos momentos que era el premio en recuerdo de aquellos verdes años, a aquella amistad entrañable.

-A pesar por su respeto por la belleza formal, ¿cómo se inclinó luego a lo social?

Muchos poetas enlazaron las dos líneas con el correr del tiempo. Los surrealistas franceses y Neruda, por ejemplo, sintieron la necesidad de interpretar los hechos sociales de su época, extraordinaria en sucesos. Creo que en mi vida resultó decisivo el estallido de la Guerra Civil Española. De ese momento data una actitud mucho más definida y tres libros: La rosa blindada, Las puertas del fuego y La muerte en Madrid. Sin embargo soy flexible y escribí también los mayores poemas de Juancito Caminador – con mucho de autobiográfico- y que son una aventura poética donde hay más fantasía que de realidad.

-Pensó en vivir sin escribir?

Mi vida y mi poesía van juntas. Veo la existencia con un sentido poético, y jamás han estado separadas una cosa de la otra. Sigo escribiendo, tengo dos libros aún inéditos y pienso seguir con mis poemas mientras pueda. Es algo que forma parte de mi vida y al tener en mis manos el último libro sentí la misma emoción que con el primero.

-Qué es La veleta y la antena?

Una condensación de la fantasía –la veleta- y la conciencia -la antena- del hombre. El título lo dice todo. Allí puede notarse que se une lo lírico con lo social.

Con más de sesenta y menos de setenta años, Raúl González Tuñón es, y se siente, invariablemente joven. Ni el olvido ni las postergaciones consiguieron arrancarle su alegría natural. El premio Sixto Pondal Ríos es el reconocimiento público a la injusticia de haberlo postergado tantos años. Pero lo más importante de su vida no son los premios, sino sus versos, su sentir, su amar al pueblo, a los que sufren la injusticia social, su invariable apego a las «cosas de la vida».

Su mejor definición la dió él mismo en el discurso con que agradeció en la SADE el premio otorgado: «Acaban de decirme que «pocas veces se dió la feliz circunstancia de un jurado de amigos que no votaban por amistad». Exacto, y yo acepto esta dintinción más que como el saludo a una obra poética, como el reconocimiento a una conducta, a una actitud apasionada, a una vocación insobornable al servicio de la conciencia libre».

 Noviembre de 1970. 

(Publicado en CuarentaXcuarenta, entrevistas en Acción -1966-2006-. Selección y prólogo de Roberto Gómez)

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