El Napo=Samovar=La Boca

0 123

A La Boca sin el Napo le falta el alma

Las historias se multiplican en el barrio de La Boca y con ellas los personajes. Uno de los más emblemáticos y antiguos de la calle Caminito es el Napo. Es el dueño del mítico Samovar de Rasputín, por donde pasaron las mayores celebridades del rock nacional que van desde Moris y Pappo hasta Chizzo de La Renga.

Pero para ser un personaje, ser dueño del bar no sería suficiente, por eso Napo tiene instalada una pequeña cocina en la puerta del Samovar y en ella comen los turistas que además intercambian diálogos con este personaje que usa gorro blanco y delantal, y lleva unos bigotes que bajan y se unen con su barba.

El Samovar se hizo de culto allá por los 90 por su propuesta de “escenario listo” y gracias a una carta muy acomodada en cuanto a precios era visitado por los turistas que no se sentían estafados. Napo es Jorge Napoleone aunque hoy ya nadie, o casi nadie, recuerde su nombre. Se crió en el cruce de las calles Suárez y Caboto y desde muy chico empezó a escuchar rock.

“Este siempre fue un barrio alternativo, un lugar de mezcla total. Todo lo que llegaba al país pasaba primero por acá. Laburábamos en los barcos: limpiando bodegas o reparando válvulas. Había tanto trabajo que a la tercera vez que fui a trabajar ya era oficial valvulista”, contó hace un tiempo.

Napo nunca quiso irse de La Boca, se crió y nació ahí, y resistió a todas las crisis y contratiempos de Argentina. Se bancó la dictadura que suspendió los carnavales y la crisis de comienzos de los 90 donde encontró su verdadera vocación.

“Con el uno a uno, Buenos Aires era más caro que Ámsterdam. A mí me gustaba cocinar y abrí el restaurante, que empezó funcionando de día y se escuchaba blues, que es la música que me gusta a mí‘, aseguró Napo. De a poco ese bar se fue transformando en un referente y lo empezaron a visitar algunos músicos que frecuentaban La Boca para hacer fotos para sus discos; muchos de ellos terminaban usando el Samovar como escenografía.

Es que Napo lo decoró y lo armó con antigüedades y cosas que le habían sobrado de otros emprendimientos y por eso era “raro” para la época. La popularidad del bar fue creciendo y en ese momento se hizo al lado de la FM Rock and Pop que por aquellos años era una de las más escuchadas. Periodistas como Bobby Flores y Lalo Mir solían ir a comer y disfrutar de un rato de blues al mediodía y fueron los que aportaron para el gran cambio del bar.

“Me venían pinchando para que abriera a la noche, querían venir a cenar y tocar. Y en el 90 me separé y andaba todo el día acá y me seguían dando manija, y un jueves dije: ‘Bueno, abrimos hoy‘. Y ese día vino Pappo, que cada vez que podía se daba una vuelta. Dos semanas después tenía 50 personas en la puerta y así fui aprendiendo a tocar la guitarra”, recuerda Napo.

Lo particular del bar es que el cocinero es Napo quien aprendió a cocinar en aquellos años en los pasillos de la Boca. Fideos, empanadas, guisos, eran los platos tradicionales del lugar y entre los comensales se podían encontrar Moris, Edelmiro Molinari, Daniel Melingo. Hoy suelen estar en sus mesas Chizzo de La Renga, Willy Crook, las Blacanblús y La Mississippi.

Clapton y Pavarotti

Entre tantas anécdotas que tiene Napo, sin dudas hay una que sobresale del resto. Una tarde pasó por enfrente de un hotel de Retiro en el que se hospedaba Eric Clapton, quien tocaba en Buenos Aires. Apenas llegó a la puerta vio movimientos bruscos de los seguridad, que sacaban a los curiosos.

“Yo me quedé a un costado, como mirando sin preocupación, esperando, y en un momento me doy vuelta, quedo de frente a un sillón y lo veo sentado ahí. Me quedé duro, empecé a moquear. Lloraba como un pibe, no podía hablar”, contó Napo.

En ese momento, Clapton lo consoló y le pidió que regresara al otro día. “Volví y me recibió el manager. Me preguntó si estaba bien porque Clapton se había quedado preocupado. No sé qué habrán pensado. Después lo llamó y bajó y nos quedamos hablando. Hablamos mucho y me invitó a verlo a Uruguay. Me regaló una toalla que todavía guardo”.

Si bien al bar de Napo fueron muchos de las estrellas de rock del país, entre los visitantes hay uno que sin dudas ocupa un lugar de privilegio. Es que según se puede ver en las fotos que adornar el lugar, fue Luciano Pavarotti quien después de una invitación del propio Napo decidió armar su propia pizza y disfrutar de un grato momento.

“Todo empezó con la visita de Luciano Pavarotti y Juan Manuel Fangio a La Boca. Mientras los dos paseaban por Caminito me acerqué al cantante y lo invité a mi pizzería. Pavarotti fue, decoró cinco porciones de la ‘Especial Pavarotti‘ improvisada para él y media hora después, el chofer de Luciano volvía con dos entradas para la función de gala de La Bohème y un pedido: dos de esas pizzas especiales. No podía creerlo. Tuve que alquilar un smoking y yo mismo me fabriqué un moño negro con un poco de raso que encontré en el cambalache. Vi La Bohème junto al fotógrafo y la secretaria de Pavarotti, en su palco. Después, en camarines, me reconoció y me dijo: ‘Sei un artista‘. Él, a mí! Casi me muero!”, recuerda Napo.

Buenos Aires Sos

View all contributions by Buenos Aires Sos

Leave a reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *