El macrismo remata Catalinas Sur

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Para otro mega negocio inmobiliario

La tranquilidad con la que vivían hasta hace unas semanas los vecinos del barrio Catalinas Sur y los socios de un club centenario de La Boca se vio interrumpida y amenazada por la inminente llegada de toneladas y toneladas de ladrillos. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta logró hacer avanzar en la Legislatura porteña un proyecto para rezonificar el barrio y habilitar un mega emprendimiento inmobiliario que cuenta con el visto bueno del Estado nacional, propietario de los terrenos en disputa. El objetivo es liquidar esas tierras para la construcción de torres y, con lo recaudado, financiar parte del Paseo del Bajo, iniciativa antes conocida como la Autopista Ribereña.

Catalinas Sur es un tradicional barrio del sur porteño en el que hoy viven aproximadamente 10 mil vecinos en 28 edificios. Se distingue por ser un espacio alejado del ruido y de la rutina diaria de la ciudad. En los terrenos linderos del barrio es donde el Gobierno porteño, con la venia del Ejecutivo nacional de Mauricio Macri, busca imponer un millonario negocio inmobiliario. Son terrenos en los que funcionan el club Darling y un predio recreativo administrado por la Asociación Vecinal Catalinas Sur, que tiene un permiso de uso vigente hasta 2030, y que ahora se verían afectados -al menos- parcialmente.

“Este proyecto permite construir otro Catalinas. Hasta inclusive le pusieron el nombre de Catalinas 2. Provocaría una densidad poblacional tremenda, con edificios que duplicarán en altura a los actuales, generando una barrera no solo de sombra sino de la circulación del aire. No hay infraestructura para alojar a otro barrio”, señala Luciana Rizzi, vecina del barrio Catalinas Sur.

El proyecto que envió Rodríguez Larreta contempla habilitar, a través de la modificación del Código de Planeamiento Urbano, la construcción de 150 mil metros cuadrados en el límite entre La Boca y Puerto Madero y un estacionamiento subterráneo, equivalente a hasta el 75% del mismo espacio. La edificación sumaría a Catalinas Sur hasta diez torres de 75 metros y 60 metros de altura –el doble de alto que los actuales edificios- sobre los terrenos que separan a ese barrio de la avenida Brasil. La edificación será principalmente para oficinas, que están calculadas en cerca de 7.500 unidades.

“La propuesta del Gobierno de la Ciudad no tuvo en cuenta ni a la comunidad de Catalinas ni a la comunidad de todo el barrio de La Boca. Y tampoco contempla ni las necesidades ni las problemáticas que tiene hoy el barrio. Creemos que es el inicio del negocio inmobiliario en La Boca. Comenzaron con Catalinas, pero sabemos que su gran proyecto es expandirlo por todo el barrio”, denuncia Lizzi.

La aprobación de la primera lectura del proyecto, que fue un trámite parlamentario aprobado por los 33 votos con los que cuenta el bloque oficialista sumando a sus aliados, no solo puso en alerta a los habitantes del barrio, sino que hay otro jugador en el tablero que ya sabe que tiene mucho por perder si la iniciativa del jefe de Gobierno prospera: el Darling.

CIEN AÑOS DE UN CLUB

Un tercio de los terrenos del club que para el año próximo prepara los festejos por sus cien años de existencia, son tierras fiscales que alquila a través del pago de un canon mensual a la Administración General de Puertos, dependiente del Estado nacional, pero que el Darling explota hace 40 años. Entre sus instalaciones cuenta con trece canchas de tenis, una de fútbol once de césped natural, un gimnasio, decenas de árboles y mucho espacio verde.

“Somos un club de barrio que pretende sostener una actividad deportiva, que tiene todos sus números ordenados y que hoy tiene a sus socios muy movilizados para no cambiar un pulmón verde para meter cemento”, asegura Eduardo Marchetti, secretario del club.

Los socios del Darling cuentan que, tras pagar durante más de 34 años un alquiler, el club ya tiene potestad como para reclamar que ese terreno. “Queremos, y por ley contamos con la posibilidad, adquirir ese espacio, al igual que lo hicimos con el resto del club”, explica Marchetti.

Es uno de los clubes más antiguos de la Ciudad, está encuadrado como club de barrio por la legislación vigente y fue declarado de interés cultural de la Ciudad en 2003. Ahí tiene buena parte de sus argumentos de defensa: ampararse en la ley de clubes.

El artilugio legal que se refiere Marchetti es al artículo 18 de la ley de clubes, a la que adhirió la Legislatura, dado que en esta se contempla que se debe garantizar «el derecho a la propiedad para aquellos clubes de barrio y de pueblo que tengan sus sedes construidas en terrenos fiscales». Gracias este artículo se les abriría una puerta para la compra del terreno una vez que el Gobierno nacional decida ponerlo en venta.

Si el proyecto larretista consigue luz verde, el 35% de las tres hectáreas linderas a Catalinas Sur, que hoy son administradas por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), se rematarán para emprendimientos privados. El 65% restante, el gobierno de Mauricio Macri lo cederá a la Ciudad, pero se deberá destinar a espacios verdes, como así lo exige el Código de Planeamiento Urbano. Por eso el negocio inmobiliario no puede avanzar si antes la Legislatura porteña no aprueba la rezonificación del barrio.

El Tribunal de Tasación de la Nación valuó los terrenos en disputa en 330 millones de pesos, unos 18,5 millones de dólares. Pero en el Gobierno nacional creen que al momento de la subasta el valor de esta porción de La Boca podría ascender a más de 80 millones de dólares. Así buscarán darle a Catalinas Sur un destino similar al predio que se encuentra en el otro extremo de Puerto Madero, el Catalinas Norte, que ya se rezonificó y se liquidará antes de fin de año.

Tras la audiencia pública, que no será vinculante, y luego de aprobar la segunda lectura del proyecto en la Legislatura, que ya da por descontado que se hará, el Gobierno de la Ciudad tendrá vía libre para avanzar con la rezonificación.

(Por Patricio Fiorentino)

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