El café Margot , el alma de Boedo

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Café Notable por sus sandwiches de pavita

Existen sandwiches legendarios que hacen historia y hasta se vuelven más famosos que el cocinero o el lugar donde nacieron. En Boedo, dos vecinos se disputan la autoría del sandwich de pavita al escabeche. Ambos sirven la especialidad, pero por pinta y arquitectura gana el Café Margot, con fisonomía de café notable y un sandwich delicioso.

La esquina, declarada Sitio de Interés Cultural en septiembre de 2010, ostenta su estética de bodegón antiguo con el cartel del “auténtico” sandwich en la puerta. Sillas Thonnet, paredes revestidas en madera, carteles de lata de publicidades añejas, la poesía de Celedonio Flores dedicada al café enmarcada en un cuadrito… Parte de la historia y carisma del barrio puede leerse en las paredes del Margot.

El derrotero del sandwich dice así: en 1904, cuando Lorenzo Berisso inauguró el edificio que hoy aloja a Café Margot, el pasaje todavía se llamaba Camio. En 1905 fue rebautizado como San Ignacio y, desde entonces, albergó a muchos establecimientos gastronómicos. En 1940, don Gabino Torres y doña María inauguraron allí el Café Trianón, que luego de una larga estadía se mudó a mitad de cuadra. Fueron ellos los primeros en ofrecer el sandwich de pavita. La receta pasó al gallego Julio, quien era su proveedor de hielo y terminó íntimo amigo de doña María, para más tarde fundar el bar Hipopotamus. En 1993, los hermanos Pablo y Julio Durán, hijos de aquel don Julio, reabrieron el café Margot, ofreciendo como estrella de la carta el sandwich de pavita. El mismo que todavía hoy se hace en el Trianón de mitad de cuadra. Un sandwich con anécdotas infinitas, como aquella que dice que una vez el General Perón desvió su comitiva para comerlo.

Hoy, el Café Margot forma parte del grupo Los Notables, junto a El Federal (1864), el Bar de Cao (1915), La Poesía (1982) y el recientemente reinaugurado Celta Bar (1941).

El emparedado en cuestión llega emplatado y abierto, en pan casero redondo con bastante miga, relleno de un lado con pasta de pavita deshilachada con zanahoria, cebolla, aceite; del otro, con tomate, lechuga y dos hilos de mayonesa. Es tan grande que al comerlo se desarma. Algunos utilizan el cuchillo y tenedor, pero no es lo mismo que mancharse los dedos.

Sobre una pared, un mural reafirma: “En esta esquina, en la década del ’40, don Gavino Torres y su esposa doña María inventaron el sandwich de pavita!.

( Por Silvina Beccar Varela)

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