Descubren que las baldosas del Museo Sarmiento son lápidas

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La reparación de una pérdida de agua en la vereda del Museo Histórico Sarmiento, en el barrio porteño  de Belgrano, reveló un secreto: las baldosas octogonales de mármol eran en verdad lápidas. En el reverso, se pueden leer mensajes, saludos y fechas. La más antigua de las halladas hasta el momento data de 1860. Se estima que podrían pertenecer al antiguo cementerio del barrio.

El hallazgo, totalmente casual, fue realizado por Luis Ambros, responsable del área de proyectos del Museo.

«Alcancé a ver algo que no pude identificar. Comenzamos a sacar el material que cubría la parte de abajo de las baldosas y encontramos letras. A medida que íbamos sacando más baldosas, continuamos encontrando nombres cortados, fechas, letras sueltas«, cuenta Ambros a clarin.com.

Algunas leyendas no están enteras, pero se pueden predecir perfectamente, como «Q.E.P.D» o «dedicamos este recuerdo». En algunas baldosas incluso quedó el rastro del marco de un portarretratos.

Para los especialistas, es un hallazgo único, sin precedentes. Al menos en Buenos Aires no hay registros de esta reutilización de materiales.

«Es más que obvio que hubo un reciclaje de los materiales. No se conocen antecedentes, pero esto no quiere decir que no haya en otras partes de la Ciudad. Está claro que este caso despierta curiosidad», opinó Rodolfo Giunta, encargado del área de investigación del Museo y recién retirado.

Las lápidas podrían ser del cementerio de Belgrano, pero también podrían provenir de otros lugares. «Todos los cementerios de partidos aledaños a la Ciudad, que fueron anexados en 1887, tuvieron que derivar sus restos a Chacarita. Recoleta ya existía pero quedó desbordado luego del brote de fiebre amarilla. En aquel momento se hizo una convocatoria a todas las familias para anunciar el traslado de las tumbas», explicó Giunta.

Pero no todas las tumbas fueron mudadas. «Algunas familias no quisieron hacerlo porque había que pagar -contó-. También había familias inhallables o muertos sin descendientes. Esas lápidas que por diferentes motivos no se trasladaron pueden haber sido reutilizadas. Y tengamos en cuenta que el mármol es un material noble y muy resistente».

El arquitecto Daniel Schávelzon, arqueólogo urbano y creador del Centro de Arqueología Urbana de la FADU-UBA, pudo ver las baldosas y quedó sorprendido por la importancia del hallazgo.

«A lo largo de las excavaciones que hice en diferentes puntos de la Ciudad, he visto lápidas rotas y descartadas, pero nunca vi algo como esto -afirma-. Hay un trabajo sistemático que además combina dos técnicas. Una técnica mecánica, porque los cortes octogonales se hicieron con una sierra. Y otra manual, porque el reborde del reverso de las baldosas, en donde se coloca la cal para fijarlas al suelo, está hecho a mano. Estamos hablando de un trabajo sistemático en miles de baldosas. Es muy interesante».

El especialista sostiene que el hallazgo debiera ser tomado como un punto de partida. «Creo que se debe investigar aún más, se debe ahondar en la técnica con que fueron realizadas y colocadas estas baldosas, y hacer un profundo trabajo arqueológico».

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