Cómo sigue la historia del bar La Paz cerrado desde marzo

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(Por Graciela Moreno)

Desde hace varias décadas, la avenida Corrientes no es la misma. Con los años se perdieron librerías como Liberarte o Gandhi, cerraron bares como el Bar Ramos, Politeama, Pernambuco, El Astral, entre otros. Uno de los pocos que sobrevivió fue el bar La Paz, ubicado en la esquina de Corrientes y Montevideo.  Con el desembarco de la pandemia cerró sus puertas y no volvió a abrirlas.

Su época de mayor esplendor fue hasta llegada de la dictadura militar.  En sus mesas, se daban cita los intelectuales, se generaban charlas de mesa a mesa. Rodolfo Walsh, David Viñas, Ricardo Ragendorfer , Ricardo Piglia, se mezclaban con jóvenes periodistas que iban a admirarlos. Se podía fumar. Era un ir y venir de gente como el uruguayo Víctor que ofrecía sus libritos en miniatura; la señora que ofrecía sus poesías en la puerta del Teatro San Martín y las mostraba en La Paz. Se respiraba un aire especial, repleto de sueños e ideales. El golpe militar obligó a exiliarse a muchos de sus habitués y ya nada fue igual.

Al llegar la democracia, los nuevos aires trajeron de vuelta a los jóvenes que entraban con sus libros bajo el brazo, pero no fue el mismo poder de convocatoria.  La década del 90 tuvo una mala influencia en el bar. Se decidió cerrarlo para remodelarlo. El último día antes de su cierre, en noviembre de 1996, fueron todos a despedirse y los más asiduos visitantes nos llevamos la emblemática taza con su logo. Un souvenier de lo que alguna vez fue La Paz. En junio 1997, reabrió pero todo fue distinto. Los mozos de siempre ya no estaban. La gente cambió y los bares son la gente que los habita, como una vez dijo uno los dueños de La Paz.

En los últimos años, cuando llegó la prohibición de fumar en los locales gastronómicos modificaron la fachada. Crearon una zona para fumadores y pusieron un kiosco Open 24 en el frente, alguien pensó que la venta de golosinas y cigarrillos iba a reemplazar a esa vanguardia de artistas e intelectuales que supo amanecer en el bar todas las noches.

Hasta el billar del primer piso cerró. Recién en 2016, una cooperativa de jóvenes se hizo cargo y lo bautizó La Paz Arriba. Los nuevos inquilinos encontraron los tacos guardados bajo candado listos para ser usados. No lograron la habilitación para volver a usar las mesas, pero volvieron a darle vida con milonga, talleres, noches de swing y recitales. Fue como una forma de devolverle a la esquina de La Paz, algo de la efervescencia perdida.

Cuando desembarcó la pandemia cerraron las puertas. La Paz no volvió a abrirlas ni para delivery, take away y tampoco usó sus veredas para poner mesas, menos aún cuando se autorizaron las mesas enel interior del local. De un día para el otro, hará más de un mes, de golpe desapareció el kiosco Open 25, no quedo nada.

La Paz Arriba se las rebuscó vendiendo bolsones de verdura orgánica y apenas pudieron sacaron las mesas a la vereda. Duró un suspiro, tuvieron que volverlas a entrar. Recién estos últimos días, decidieron poner mesas y sillas los fines de semana.

El empresario gastronómico español Ángel Valcarcel Fiz, dueño de varios bares, comandaba hasta antes de la pandemia el grupo dueño de La Paz. Durante la cuarentena hubo cambios, parte del personal fue desvinculado y el paquete accionario sufrió variaciones.

Comenzaron obras de remodelación y BAE Negocios pudo saber que la idea es volver a reabrir el bar La Paz en abril. Prefieren no contar nada, pero podría volver a recrear el espíritu que tuvo sin kiosco al frente. No esta dicha la última palabra, pero por lo menos, La Paz no cerró definitivamente. (Fuente: BAEnegocios.com)

 

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