Buenos Aires SOS

Una postal que se repite de manera obscena en los barrios del bajo.

Anoche salí de la redacción y caminé cuatro cuadras sobre Defensa hasta llegar a Plaza de Mayo. En la esquina de Belgrano, tres mujeres se habían acercado con heladeritas de telgopor a darles una vianda de comida a dos hombres en grave situación de calle. Ya cerca de Hipólito Yrigoyen, varios curas repartían vasitos plásticos con sopa o vaya a saber qué cosa caliente a varias familias con niños. Algunas otras familias me las había cruzado mientras iba al subte y se ve que venían de allí, buscando algo de comer. En apenas 400 metros, una postal que se repite de manera obscena en los barrios del bajo. Para los que no frecuentan el centro, y menos de noche, tal vez esa imagen parezca algo ocasional. Los que no, compartirán conmigo que es enorme el crecimiento de la cantidad de gente en situación de calle. Que no hay Recova donde no haya personas durmiendo, viviendo en absoluta indigencia, asistidas por gente de enorme corazón. Siempre hubo, no soy ingenua, no se terminó la pobreza en la Argentina. Pero hoy ese cuadro se multiplicó a niveles impensados hasta hace poco tiempo atrás. Ése es el termómetro. Ningún otro. Ése que uno ve con sus ojos y no el discurso que llega filtrado por TV. Una noche de éstas es cuestión de salir a caminar o agarrar el auto y darse una vuelta. Se puede vivir en una burbuja en Bs As si uno quiere. Me pasó cuando, viviendo en Villa Crespo y trabajando en Colegiales, podía sentir que circulaba por una ciudad primer mundista.

(Por Julia Izumi)