BUENOS AIRES DIJO: LA TIZA NO SE MANCHA

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Buenosairessos (BAS), abril de 2007-(Por Guillermo Denis).- ¿Que vio el obelisco, el lunes 9, cuando miles de seres humanos lo rodeaban, esperando partir hacia la casa de la provincia de Neuquén, para repudiar el fusilamiento del maestro Carlos Fuentealba? ¿Cuáles serían las sensaciones de cada, esquina, cartel señalador, semáforo, taxi, bondi, subte, veredas y calles porteñas al sentir como una multitud pasaba al lado de ellos gritando, puteando, llorando ante la impunidad impune de quienes buscan instalarnos el miedo, el «no te metás», el quedate en el molde? ¿Qué melodía tardía de la noche porteña se le puede poner a quienes deciden fusilar, sí FUSILAR, a un docente por reclamar un salario y una vida digna? Carlos Fuentealba fue asesinado a miles de kilómetros de esta ciudad. Ciudad que el lunes fue otra cosa. Se sacudió, vibró, repudió, sintió el dolor y la bronca de ver cómo se ejecuta la impunidad: maestros que reclaman por las rutas y «arruinan» campañas de candidatos, entonces, desde blancas oficinas se dan las ordenes (autores intelectuales), y allí van los presurosos desclasados, un batallón de ejecutores y aniquiladores de ideas (aniquiladores de ideas). Sin error, con la precisión del verdugo experimentado, se apunta y se tira. ¿A cuántos Carlos Fuentealba se intentó matar con esa orden? El disparo fue al cerebro, nada más y nada menos que el órgano físico y vital desde el cual se piensa, se transmite cultura, se generan ideas. Eso, el fusilamiento fue a las ideas de Carlos y de miles de Carlos. Igualito que en la crísis del 30¨, los bombardeos de 1955, las desapariciones y crímenes de los años 70 y más aquí en el tiempo, cuando en el 2001 se salió a la calle a repudiar estado de sitio y otros batallones de ejecutores de ideas sembró sangre en la ciudad. Miles, ciento de miles de mensajitos corrieron por los celulares para estar en la marcha que pasó, centenares de organizaciones la convocaron. Otros miles de correos invitaban a «ir al obelisco». Y el erguido símbolo fálico vió, miró, sintió y se solidarizó, como cada rincón de Buenos Aires, con los maestros neuquinos. Moverse, gritar es estar vivo. Ahora, hoy y toda esta semana, en la mayoría de las escuelas de la ciudad se llama a hablar y opinar sobre lo sucedido. Hablemos. Docentes, padres, alumnos, mozos, pintores, cantantes, músicos, fileteros, médicos, ocupados, desocupados, jóvenes y abuelos, vecinos, vecinas, hablemos y juntémonos para decir, decirnos: NUNCA MÁS un muerto, una persecución por pensar, por tener IDEAS.

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